Diario de León
Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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Mi amigo y paisano Félix Vidal me dijo: “¿quieres venir a comer con Patricio Azcárate?” y allí que me fui, a Bétera, a unos veinte kilómetros de Valencia, a la casa de Vicent Bes, un lugar amplio y feliz, aislado de vecinos y rodeado de naranjos. Bajo el sol de junio, rodeados de libros, artesanías y metales.

Patricio tiene 94 años y toda la lucidez, la experiencia y la ironía. Es uno de los últimos próceres de la familia leonesa de los Azcárate. Su vida es prodigiosa y admirable. Nacido en Londres en 1920, donde estaba destinado su padre el diplomático Pablo de Azcárate, pasó su infancia y adolescencia en Ginebra, como pocos años antes había hecho Jorge Luis Borges.

-Yo me siento ginebrino más que londinense –nos dijo don Patricio, mientras Vicent Bes ponía sobre la mesa una sensacional parrillada.

Pero por encima de todo, Patricio es leonés, como los Azcárate de los últimos tres siglos. Su hermano Manuel fue candidato del PCE por la provincia de León en las primeras elecciones democráticas tras el franquismo, en junio de 1977. Los Azcárate, lo más ilustre de esta tierra. Empezando por el antepasado Patricio, filósofo y sabio leonés nacido en 1800. Ellos evocan la Institución Libre de Enseñanza, el estado laico, la libertad, el progreso, la cultura, los clásicos. Luego, ya en el siglo XX, la quimera comunista, la lucha por un mundo mejor, la decepción histórica pero siempre lo más importante, lo que es ajeno a las contingencias políticas: el amor por la verdad y la cultura.

Don Patricio se hizo ingeniero eléctrico en Londres, vivió allí los bombardeos de la segunda guerra mundial.

-Llegué a ver cómo un edificio de siete plantas se desplomaba. Yo pasaba en autobús por allí mismo. Pero todo eso, en tiempos de guerra, se considera normal. El autobús continuó su camino.

La guerra. Y la gran figura de Churchill, quien, ya muy prudente ante un Franco cercano a la victoria, no quiso saludar al padre de Patricio, a don Pablo, embajador de la República Española. Enorme decepción para un diplomático que luego, en Ginebra, sería pieza clave en el nacimiento del nuevo estado de Israel.

Patricio volvió a España en los 50; ejerció su profesión. Ahora vive en Alicante. Vida de paz y de lecturas, de viajes y de la constante evocación de la tierra leonesa, para él entraña y mito, origen y sueño. Y la memoria dulce y antigua de sus veranos en la casona de Villimer.

Luego Patricio se fue a dormir la siesta y volvió sonriente y hablador. Nos contó muchas anécdotas. La mejor, su asistencia a los actos del primero de mayo en Moscú en 1937, invitado por el embajador de España en la Unión Soviética. Al terminar el acto, el mismo Stalin quiso conocer a los jóvenes españoles. Y allí estuvo Patricio, a sus 17 años.

-Stalin me abrazó y me besó, al estilo eslavo. Aún recuerdo el roce de su bigote en mi mejilla.

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