AQUÍ Y AHORA
Sin permiso
El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, vendió la «gran bajada» de impuestos que se notará en la declaración de la renta de 2016. Lo que no dijo es que la medida no se ha «consultado» a Bruselas. Tras la derrota de las europeas esta era una de las promesas que el PP necesitaba reactivar si quiere recuperar clientela para las autonómicas y municipales. Montoro había calculado que los miembros de la Comisión están de salida y cuando se hacen las maletas ya no se mira con tanto rigor. Pero el vicepresidente Olli Rehn no le dejó degustar la alegría de dar buenas noticias y tardó poco en advertir que no se había explicado con detalle cómo se iba a conseguir el objetivo de déficit si se dejaban de ingresar 5.000 millones de euros.
Y eso que Luis de Guindos, a quien le tocó en Bruselas vender la reforma, rebajó el impacto sobre las arcas públicas en casi tres mil millones de euros. Porque lo cierto es que cuando se aplique la reducción en el IRPF prevista, trabajadores y sociedades van a dejar de pagar más de 9.000 millones en impuestos.
Quedan todavía muchas dudas sobre aspectos puntuales de los tramos del IRPF, y Montoro citó a los medios para dentro de una semana. Ya se sabe que las noticias positivas si se venden por raciones cunden más.
Porque, no hay que engañarse, Bruselas no ceja en su empeño de que solo una subida del IVA puede ayudar al ajuste de treinta mil millones de euros que hay que hacer en dos años para cumplir los objetivos a los que nos comprometimos con la UE. Teniendo en cuenta que las grandes partidas de gasto público, es decir, la Sanidad o la Educación, ya no admiten más tajos, resulta difícil imaginar de donde va a salir ese dinero.
Las empresas, a la espera de detalles, van a bajar varios puntos su cotización pero, a cambio, perderán deducciones. Y menos mal que no se ha quitado la deducción por inversión en I+D+I porque este país no está para perder más investigadores.