La opinión del lector

Juan Antonio Martínez, misionero en China y Venezuela

Tuve la suerte de convivir con él durante algo más de cinco años en La Cañada, Venezuela. Pasábamos ratos agradables en los que me hablaba de China, donde lo había pasado bien y mal «jau pujau» como se dice en chino. Sucede algo parecido con el ruso: «ploja ni ploja». El había pasado hambre y hasta torturas porque fue considerado como «capitalista» y se le relacionaba con lo que fue muelle de Shanghai y procuración agustiniana, que conoció y había visto sin ser parte, ni responsable de sus negocios. Había estado también cinco años con el bueno del P. Laurentino Mendiluce en Changshowkei (China) (1946-1951), donde convivieron como verdaderos hermanos agustinos. Tenía ciertos reparos en contar lo que había sucedido, porque le habían exigido al salir que guardase silencio. No lo guardaba cuando en las horas nocturnas nos tomábamos el «refresco de amistad» a la brisa el lago de Maracaibo. La amistad se extendió a nuestras familias y yo tenía siempre una habitación disponible en su casa de Arnuiz, como él la tenía en la casa de la villa de Campo de Villavidel. Le había pedido escribiese sus memorias y tenía reparo.

Nació en Arnuid (Orense) el 30 de junio de 1920, el sexto de nueve hermanos, cuatro de ellos agustinos y una religiosa de la Caridad, sor Celestina, que aún vive y dirige un colegio en La Rúa. Cursó sus estudios en Valencia de Don Juan y en 1935 pasó a Valladolid para tomar el hábito agustiniano. En 1938 salió para China. Allí completó sus estudios eclesiásticos y fue ordenado sacerdote en Hankow. Se omiten sus peripecias en China que en parte están publicadas. Aquí quiero resaltar su gran labor pastoral, religiosa y social en Venezuela.

Llegó en 1952 y pasó a ser párroco de La Concepción de La Cañada. Llevó a las religiosas del Divino Maestro para la fundación de un colegio que ha sido un centro educacional con mucha influencia religiosa en La Cañada. En 1958-1959 construyó una iglesia dedicada a San Antonio en el Parral del Sur.

Había comenzado otra iglesia en Palmarejo cuando se le destinó a Maracaibo de superior y construyó la iglesia de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro, una de las más bonitas de Maracaibo. En 1967 pasó a Caracas de procurador, luego en 1971 Valencia de los Caballeros, donde fundó una escuela artesanal. Tras pasar dos años en Palencia volvió a Venezuela y en 1995 hizo su última gran obra: la Escuela Agrotécnica San Agustín. En 1981 fue declarado hijo adoptivo y recibió otras condecoraciones. Hoy, día que pensaba pasar con él, será enterrado en Valencia de Don Juan.