Diario de León

FUERA DE JUEGO

El silencio es así

León

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Lo de que la justicia tiene que ser ciega, rápida y no sé cuántas cosas más produce como mínimo sonrojo con el caso del pequeño Julio. Situar en un caso de indefinición absoluto y de pugna permanente a un niño pone al aire muchas vergüenzas, tanto del propio sistema como entre quienes casi siempre tienen algo que decir.

A nivel legal y judicial creo que somos muchos los que nos planteamos la razón por la que a su madre, condenada por matar a su padre, no se le retiró drásticamente y en su momento la patria potestad. Es la fórmula empleada habitualmente en casos como éste en los que un progenitor acaba con la vida del otro. Pero aquí se ha pasado de puntillas por el peliagudo asunto generando una situación que al menos vulnera algún principio constitucional de igualdad ante la ley...

Y también sorprende y mucho los silencios que genera este caso. Hay una mujer, la tía de Julio, que ha cuidado de él desde que era pequeño y que ha tenido que suplir a un padre que fue asesinado y a una madre que cumple condena por tal hazaña. Pero en torno a ella todo es opaco. Frente a otros casos en los que salen en tromba defensores y defensoras de todo tipo de causas a la tía de Julio sólo la defienden los suyos, su familia, sus vecinos... y muy poco más.

Quizás las decisiones judiciales que proponen un cambio de domicilio a estas alturas sean acertadas. Quizás. Pero lo que no puede ser admisible es que un pequeño viva en esa situación de tensión permanente porque en su momento la Justicia pensó en todos menos en él a la hora de dictar las sentencias iniciales.

El caso de Julio exhibe esa doble moral de las andanadas sociales y de los silencios. De un doble rasero a la hora de pronunciarse sobre los asuntos. Y genera una sensación agria en la boca porque desde ese sueño del pensamiento único se evalúan las cosas con una dicotomía rancia y casposa que ahora se intenta envolver en modernidad. La casta de quienes se consideran legitimados para etiquetar y para decidir quién tiene que callarse se hunde en el silencio espeso cuando las cosas no encajan con esos prejuicios que acaban siendo cegadores.

Pero todo da igual. Lo importante es el fin sin caer en que por el medio existen personas, seres con nombre y apellidos a los que da lo mismo dejar en la cuneta porque no se ajustan a los planes precocinados.

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