Babia y Luna: fin de un sueño de 20 años
«Un sueño hecho realidad». Esa frase del consejero de Fomento y Medio Ambiente al inaugurar la Casa del Parque de Babia y Luna concretan la satisfacción de esas dos comarcas por ver cumplido un objetivo por el que han luchado desde hace veinte años. También de la Junta, que invirtió 1,6 millones de euros en la adecuación como centro de visitas del Palacio de Riolago, y del propio Antonio Silván, que lo había asumido como un reto personal con el compromiso de concretarlo antes de acabar esta legislatura.
El espacio natural de Babia y Luna constituye la más fidedigna representación de los ecosistemas de la Cordillera Cantábrica y es un escenario de incomparable belleza geomorfológica, ecológica y paisajística. La diversidad de biotopos faunísticos y de su vegetación como consecuencia de las variaciones orográficas y litológicas hicieron de estos valles aspiración, leyenda y destino. También por su gran valor histórico, cultural y etnográfico, al pervivir usos y costumbres ancestrales de la montaña leonesa.
La reciente aprobación del Plan de Ordenación de los Recursos Naturales y la tramitación del anteproyecto de ley para su declaración como espacio natural no vienen sino a hacer justicia con el entorno geográfico y con quienes habitan en él y lo hacen eternamente habitable.
El futuro parque natural de Babia y Luna ocupará una superficie de casi 58.000 hectáreas de los términos municipales de San Emiliano y Sena de Luna en su totalidad y una parte de los municipios de Barrios de Luna y Cabrillanes. Mantener la riqueza paisajística, la diversidad y la calidad ambiental son los retos a los que se enfrenta ahora este territorio, que tendrá que conjugar esos objetivos con el mantenimiento de la actividad productiva tradicional —básicamente la ganadería— y el impulso del turismo, un recurso de enorme potencial de cara al futuro y al que ayer se abrieron las puertas.