Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Todo el mundo tenía un loco cerca hasta que se inventaron las casas de retiro y los psiquiátricos... y al dicho Todo pueblo tiene un tonto y un campanario habría que añadir también al loco familiar, al aloriado de las procesiones, al tronao del monte...

Ahora ya no se ven... a la locura, como a la muerte, la escondemos.

Digo esto porque creí noticia que me amenizara la otra tarde una de esas gentes de locura razonable, verbo incontinente y noria mental que pueden andar por la calle sin mayor problema o disturbio en los permisos que les da su médico... era una mujer de mediana edad, arreglada en trapos y complementos, flaca, morena, algo canosa... no era una tía pirada o tirada, al contrario, se le veía clase en las pintas... y lecturas en lo que decía... se sentó en una de las falsas almenas de Las Cercas y durante una hora y cuarto no dejó de parlotear... incesante raca-raca... creí por el tono que hablaba con alguien, no era el típico charloteo chillón de las pandillas pijitas que hacen botelloncito ruidoso en este callejón amurallado dejando ahí su rastro de burger y mierda ante la ausencia de la autoridad que parece no oír la queja vecinal, aunque paga después al barrendero de la manguera que limpia huellas.

Pero hablaba sola. Era la hora de la siesta canóniga y el silencio amplificaba la voz de la mujer, así que entraba como un cañón en el cuarto donde escribo con la ventana abierta... ¡una hora y cuarto sin parar!... a la fuerza me enteré de su atropellado parlamento... lo mismo hablaba de la ballena de Jonás, que de las pastillas de colores que le daban... o de construir un invernadero gigante para que no maltraten a los tomates... delirante, pero coherente, mezclaba quejas y reflexiones con alguna confesión: «sé que estoy algo rayada»... y su pizca literaria, «le robó la tos», dijo de alguien... «sangre de orangután-piedra», añadió después, «el sol sin aliento», todo así... y repitió algo que me puso a cavilar: «¡ay, ay... sí, sí... heredaste palos viejos!»...

Muchas culturas mimaron a locos o epilépticos porque sabían que los dioses hablaban por su boca, así que estoy dispuesto a creer más en el discurso de esta mujer que en el de un candidato.

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