Somos morosos

Estamos, empeñados hasta las cejas. El Ayuntamiento de la capital no sabe cómo hacer los presupuestos, pues por mucho que estire la masa no puede cubrir toda la empanada necesaria para sobrevivir hasta otro año.

De los 130 millones presupuestados 22 se los lleva la deuda que ha contraído. Porque en los años precedentes se pidió dinero para pagar a proveedores y lo que se ha hecho es que los proveedores cobraron (tarde y mal, y además reduciendo su factura), pero ahora el dinero se debe al ICO y por mucho que se llegue a acuerdos, hay que pagar lo que nos dejaron, así que tenemos un montón (creo recordar que son 20 años, por ahora) de tiempo en el que los presupuestos siempre se empezarán consignando una cifra de casi el 20% del total para pagar la deuda. Con semejante lastre el futuro no se presenta halagüeño que digamos, porque poco se podrá invertir, después de cubrir los gastos necesarios. Y esto es algo que había que decir alto y claro, porque los vecinos de la capital se creen que esto puede volver a ser Jauja y me temo que en ese par de décadas marcadas por la devolución de los ICO no habrá ni para pipas. Como además esta ciudad no es previsible que vaya a crecer en población, sino más bien lo contrario, la realidad es que el futuro no será precisamente de color de rosa, sino más bien negro.

Y con ese panorama, resulta que los ciudadanos le debemos a Poridad nada menos que 22 millones de euros. ¡Así no hay quien cuadre las cuentas! El IBI, el IAE, el Impuesto sobre Vehículos y otras tasas municipales acumulan los impagos y no digamos las multas (más de cinco millones no se han pagado) de manera que el presupuesto se equilibra en gastos e ingresos, pero la realidad siempre lo deja en números rojos. Ésta es la pescadilla que se muerde la cola, porque al no cobrar todos los impuestos y multas el Ayuntamiento necesita financiación extra y esa cuesta bastante y además va engordando la bola hasta que no se pueda más y estalle...

Creo que el Ayuntamiento debe emplear todos los medios para cobrar lo que se le adeuda, porque eso supone un agravio para con quien sí paga y además tiene que pagar cada día más, no para tener más servicios, sino para pagar los intereses que generan los créditos pedidos para cubrir unos presupuestos que quedan al descubierto porque muchos no pagan. Es un tema de insolidaridad.