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León

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Escuché en un bar: «Ha ganado el guapo». Y el interlocutor asintió con la cabeza, como si sobrasen las palabras. Me dije: ha de referirse a algún futbolista alemán. Pues no, se refería a Pedro Sánchez, elegido secretario general del PSOE. Ah, la imagen. En España, entre tener un aire a El Fary y tenerlo a Antonio Banderas existe una amplia gama de perchas posibles. Ahora bien, cabe preguntarse para qué necesitamos que un dirigente político tenga un buen esqueleto, a no ser para mandarlo a conquistar a doña Ángela Merkel, quien además ya está conquistada. Todo esta fijación con la presencia física son contagios del mundo de la publicidad, donde un spray para las callosidades, pongamos por caso, se vende mejor si te lo anuncia una bella señorita con cara de no tenerlas. Según un amigo de izquierdas, Cospedal es la mujer más sexy del Parlamento. Fea no es, resulta evidente, pero ¿a quién le importa su esqueleto salvo a ella y a su marido?

En los partidos consideran que la buena imagen física de los candidatos aporta votos. Un criterio demasiado reductivo, ni que los feos derritiesen los carteles. La revista “Vanity Fair” le ha dedicado portada y un amplio reportaje a la juez Alaya, quien mira de frente y glamurosa. A mí esto no me parece ni bien ni mal, pero me extraña. Un buen esqueleto también el suyo. Ah, la anatomía. También las alumnas de Derecho suspiraban cuando el profesor Zapatero entraba en clase. No creo que aprobasen por ello, es más, lo mismo luego votaban al PP. ¿Hay algo más efímero que un suspiro?

No parece factible que hoy se le vaya a votar a alguien sólo por su buena presencia física. A Adolfo Suárez las señoras le votaron por guapo, pero no únicamente por eso. Y hasta que dejaron de hacerlo. Y con el Felipe González de sus inicios ocurrió algo similar; hasta que empezó a ponerse pelmazo con tanto «por consiguiente». Pero en la carne y el hueso todo es relativo. El socialista Laudino García estuvo más de dos décadas de alcalde de Igüeña, pese a que hubo años en los que la barriga no le cabía ya en las fotos. Gran esqueleto, aunque en su caso algo oculto entre la maleza del colesterol malo. Después adelgazó. Mejor, pero aún así todos somos mucho más que nuestra cintura.

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