Diario de León

CUERPO A TIERRA

Emprendedores asociados

Publicado por
ANTONIO MANILLA
León

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Emprendedor. Es una bonita palabra. Un pelín faltona porque de ella parece que se infiere que los demás carecen de ese arrojo y donosura que se les supone a los nuevos conquistadores. Si no se emprende algo, parece que dijera, si simplemente se acomete o apechuga la vida, es como si no se hiciera nada. Y tampoco. Tiene que haber gente por ahí viviendo dignamente de un salario, cotizando religiosamente para sostener las arcas de la cada día más insegura Seguridad Social. O estudiando para labrarse un futuro aunque sea incierto, aguantando mecha al escuchar en los antros de moda el viejo latiguillo nuevo de «¿Emprendes o trabajas?».

Y es que no se sabe las asociaciones de emprendedores que hay en España o aquí mismo. Es como si cada día una porción de gentes se desayunara con la idea de arremeter una empresa de titán y, todas a una, tal que respondiendo a un arcano impulso, emprendieran inmediatamente unirse en una asociación. Las hay para todo. Lógico si se piensa que los humanos somos animales sociales sobre todas las cosas. Ilógico si se considera que existen agrupaciones en torno a conceptos tan estrambóticos como la Asociación de Feligreses Propietarios de Fosas Comunes, el Club de Payasos Españoles o el Club Náutico Soriano, peña singular a la que recientemente León ha aportado su granito excéntrico con eso de los Afrosocialistas de San Andrés, que tiene también su parte de guasa si se piensa un poco. En fin, que ahora, en cualquier ciudad que se precie, entre círculos, cámaras, uniones, federaciones y demás, si no salen cinco o seis grupúsculos de emprendedores asociados es que no es ciudad ni nada.

Y la cosa es que en realidad me parecen pocos. Porque todavía no he visto por los registros la asociación de emprendedores frustrados. Y es que lo tremendo y nuevo es que ni siéndolo se asegura ya uno trabajo. Las emprendedurías, valga el neologismo, lo tienen también difícil: mientras en Gran Bretaña se pone en pie una empresa en quince minutos, aquí son necesarios quince meses de gestiones. Como aportación personal a tan sufrido gremio, me permito proponerle al futuro censo de emprendedores leoneses en paro una iniciativa probablemente abocada al éxito. Pongan en marcha un jardín de infantas. No tendrán muchas clientes, pero, con las pocas que se matriculen, tendrán trabajo para muchos años. Prisa no hay. ¡A por ello, Crego!

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