TRIBUNA
Sin León no hubiera España
El pasado 19 de junio el Príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón, fue proclamado Rey de España sin la presencia de un crucifijo. Este acto es el primer paso de una hoja de ruta que ignoro su final, pero me lo imagino.
Entre los numerosos títulos que tiene el Rey de España están Rey de León y Su Católica Majestad. Según la tradición, el nuevo rey debe renunciar a estos dos títulos. La documentación existente es muy clara: el primer rey que utilizó el título de rey de España después del hundimiento del Imperio Visigodo fue el rey de Oviedo, Alfonso II, que reinó entre los años 791 y 842. Alfonso II fue ungido sacramentalmente como rey de España según el estilo de los emperadores visigodos, muy similar al estilo de los emperadores del Sacro Imperio Romano. Todos los Reyes de Oviedo posteriores a Alfonso II y los reyes de León hasta Alfonso VII, fueron ungidos como Reyes de España de la misma forma que Alfonso II. A partir de Alfonso III el Magno, el título que usaban los reyes era el de Emperador de España y con ese título firmaban las actas y los documentos. Por ser ungidos, los Reyes llevaban la coletilla en documentos y monedas «Rey de España por la gracia de Dios». Uno de los reyes que más documentos firmó como Imperator totius Hispaniae, fue el rey de León Alfonso VI especialmente a partir de la reconquista de la ciudad y el Reino de Toledo.
Ningún Rey de Castilla, Navarra y Aragón firmó jamás como rey de España. A partir de la muerte del rey de León y Emperador de España, Alfonso VII (año 1157) hasta la llegada de Carlos I, ningún Rey firmó documento alguno como Rey de España, salvo el Rey de León, Fernando II, al comienzo de su reinado. Había una clara diferencia en el nombramiento de los reyes de España y el resto de reyes. Los de Oviedo y León eran ungidos mientras que los Reyes de Castilla, Navarra y Aragón eran coronados a estilo militar. A partir de Carlos I, los reyes de España eran ungidos como los reyes de Oviedo y León.
La forma que se utilizó para proclamar a Felipe VI como rey de España, rompe una tradición de 13 siglos. La Historia no va a reconocer a Felipe VI como rey de España, sino como un funcionario con la categoría de Jefe de Estado. Hay pruebas en el pasado que lo demuestran.
El año 1033, reinando en León Bermudo III, que era casi un niño. Sancho III el Mayor, rey de Navarra, se presentó en la ciudad de León y con la ayuda de unos nobles leoneses ambiciosos, fue proclamado rey de León y de España. Ningún historiador reconoce a Sancho III ni como Rey de León, ni de España.
Reinando en Castilla el llamado Sancho II (en realidad era Sancho I), después de derrotar a su hermano Alfonso VI, se presenta en la ciudad de León y pide al obispo Pelayo ser ungido rey de León. El obispo le dice que no es posible, que León tiene ya un rey llamado Alfonso y, mientras viva no puede ungir otro rey. Entonces Sancho se autoproclama rey de León y rey de España. Sancho no ha sido reconocido como Rey de León ni de España. Esta es la historia real de los hechos.
El símbolo más antiguo del primer rey de España, Alfonso II, es la Cruz de los Ángeles con origen el año 808, que luego fue cambiado por la Cruz de la Victoria el año 908, reinando ya Alfonso III el Magno. A partir del año 910, reinando García I, se traslada la Corte de Oviedo a León y el reino toma el nombre de Reino de León. Todos los reyes de León fueron ungidos ante un crucifijo y por eso los reyes recibían también el título de rey de España. El año 1.382, reinando Juan I, al heredero a la Corona de León (no equivocar con la Corona de Castilla) se le concedió el título de Príncipe de Asturias. Esos títulos de rey de España y príncipe de Asturias han permanecido hasta nuestros días, conforme a la tradición. Si dos reyes, uno de Castilla y otro de Navarra fueron proclamados reyes de León y de España y la Historia no los ha reconocido como tales, no encuentro motivo para que Felipe VI, en iguales circunstancias, sea reconocido como rey de España, pues sin León, no hubiera España
Por si quedaba alguna duda, el nuevo rey, en su primer discurso después de su proclamación, no pronunció ni una sola vez el nombre de Dios, despreciando trece siglos de tradición cristiana en España. Es evidente que la cruz y el león estorban o molestan en la Corona y en el Escudo de España y, por eso, debieran desaparecer. Si la cruz y el león desaparecen, desaparece también la España tradicional, la España que todos hemos conocido El acto de la proclamación semiclandestina de Felipe VI como rey de España será legal, pero la Historia no lo reconocerá. La mayoría de la población, que es cristiana, no lo entenderá y los anticlericales nunca lo aceptarán. A Felipe VI lo podían haber proclamado por whatsapp. Así lo harán para destituirle, llegado el momento. Los que dicen que el día 19 de junio es un día histórico tienen razón. La forma de proclamar al nuevo rey, tirando por la borda una tradición española de trece siglos, no es una ocurrencia ni una casualidad, ha sido un acto planificado por alguien al que no le gusta la milenaria España cristiana. Peor aún, el propio Felipe VI dijo en su primer discurso «prometo respetar la Historia de España». Tendrá que explicar que entiende él por respeto a la Historia. Los españoles tenemos derecho a que aquellos que no aceptan la España tradicional nos expliquen qué España quieren si es que quieren alguna. Tal vez no les guste ninguna España y lo que quieren es desintegrarla o cambiarla hasta de nombre. El filósofo vallisoletano Julián Marías ya le puso nombre en sus escritos. La vaciedad política y el silencio de Rajoy le convierten en cómplice de esta situación y de no valorar la milenaria tradición que convirtió a la nación española en una de las más poderosas del mundo. Todo apunta a que esa proclamación traerá consecuencias funestas para España.