Diario de León
Ponferrada

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Miguel Pajares siempre quiere volver a África. Lo dicen los amigos que dejó en León después de ejercer durante siete años como capellán del Hospital de San Juan de Dios. Y en África se encuentra todavía, mientras escribo estas líneas, aislado en un hospital de Morovia, con fiebre alta, contagiado de ébola, y a la espera de que un avión medicalizado del ejército español lo traiga de vuelta a casa.

No hay mucha gente como Miguel Pajares en el mundo. Gente que se arriesga a lo peor. En Liberia se ha dedicado a formar personal sanitario local, como Patrick Nshamdze, que atendió a los afectados por el virus más mortífero desde la Peste Negra en el Hospital de San José hasta que también cayó enfermo.

Nshamdze murió la semana pasada, asistido por Miguel Pajares, y seguramente, nadie, incluido yo, estaría escribiendo su nombre en España a estas alturas si el sacerdote de 75 años que le dio la extrema unción no se hubiera convertido en el primer español en contraer la enfermedad, y si el Gobierno no hubiera autorizado su repatriación.

El ébola ha dejado de ser un problema de África. Han tenido que contagiarse los primeros blancos para que le prestemos toda la atención que merece. Así es como el regreso a España de Miguel Pajares ha desplazado al resto de temas de las portadas de los periódicos y de los informativos de televisión. Ha orillado la masacre de Gaza, la guerra en Ucrania, el manifiesto de un grupo de intelectuales contra un artículo antisemita de Antonio Gala, las críticas de Israel contra la reportera de TVE que informaba de los bombardeos desde la franja, el temor de Javier Bardem y Penélope Cruz a quedarse sin trabajo por apoyar a los palestinos, los 127 kilos de droga escondidos en el Juan Sebastián Elcano, el buque escuela de la Armada y emblema de la marca España (menuda ironía), o la corrupción del muy intocable clan de los Pujol que ha gobernado Cataluña bajo la ley del tres por ciento.

Hoy África es portada. Y lo es, no por el ejemplo de Pajares o Nshamdze. Es el temor al contagio, a que el apocalipsis no sea un cuento bíblico, lo que nos incita a saber más del ébola. Sólo el miedo ha sido más poderoso que la indiferencia.

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