LA VELETA
Europa calla
La última del IS (siglas en inglés del Estado Islámico, que cada vez se pretende más universal y por tanto se nombra con menos letras) ha sido masacrar a varios cientos de hombres y esclavizar y vender a varios cientos de mujeres, por el solo delito de profesar una fe que en su peculiar catálogo está considerada como satánica. Sus activistas, reclutados entre todos los pirados del globo de fe musulmana, se exhiben, o hacen que sus niños se exhiban, con las cabezas cortadas de sus víctimas.
Que muchos de sus combatientes procedan de Occidente, declarado enemigo número uno de su causa y objetivo incluso de su voracidad territorial (en el programa está Al Ándalus, o sea, nosotros), que en particular no paren de captar adeptos entre los musulmanes residentes en Europa o con pasaporte de la Unión Europea, no parece ser motivo suficiente para que Europa tenga la más mí-nima política al respecto. De hecho, desde que actúan, y no son nada discretos ni esconden sus fechorías, no consta que ningún representante europeo haya dicho ni mu. Claro que con su nivel de mudez e inacción habitual, a algunos nos gustaría saber por qué diablos está cobrando todavía este mes Lady Ashton su abultado sueldo, financiado por los impuestos de todos los euro-peos, incluidos los muchos que no llegan a fin de mes
Una vez alcanzados niveles insoportables de atrocidad, son los drones y los F-18 norteamericanos los que despegan para hacerles ver a los siniestros barbudos que no tienen todo el campo abierto ante sí. Alguno dirá que los estadounidenses son responsables de la actual situación de Irak como estado pre-fallido, tras su fulgurante conquista del año 2003, seguida del derrocamiento de Sadam Hussein y una de las más torpes posguerras de las que se tiene noticia en el último siglo, en el que más de una vez una potencia ocupante hubo de reorganizar un país y nunca cometió tantos errores juntos. Siendo eso verdad y además innegable, algún día habrá que decidir si la única gendarmería que existe en el mundo frente a la barbarie pura y dura es la derivada de la mala conciencia o los intereses de los estadounidenses. Y en segundo término, qué es lo que quiere ser Europa en ese orden mundial, y cuál será su contribución a una cierta autoridad moral internacional que impida que los locos de atar gobiernen países y se jacten en Internet de sus extraordinarias salvajadas.
Hoy por hoy está claro: esa contribución es cero, o menos que cero, porque el silencio y el absentismo de Europa, frente a amenazas que afectan directamente a su ser y que atentan gra-vemente contra sus principios inspiradores, denotan una impo-tencia y una inoperancia que casi equivalen a un estímulo para los más desaforados aventureros. Cada día que pasa, Europa es menos y más débil, y sus enemigos, más y además más fuertes