EDITORIAL: El comercio debe decidir en la liberalización de los horarios

El comercio local lanzaba ayer un grave ataque al Gobierno al acusarlo de adulterar los datos del número de visitantes y pernoctaciones en la ciudad para justificar la declaración de León como Zona de Afluencia Turística y favorecer de esa manera los intereses económicos de las grandes superficies. Defienden los comerciantes que la capital no alcanza las 600.000 pernoctaciones anuales que se requieren para tener esa consideración y, es más, denuncian la sospechosa negativa del Ejecutivo central a dar los datos exactos del número de viajeros que pernoctan en la capital, situando las estancias en 1,9 días de media, muy lejos del mínimo que marca la declaración de Zona de Afluencia Turística, según el decreto del Gobierno.

Lejos de ser una propuesta sustentada en la razón y en la negociación, la medida más parece en este caso una imposición ajena al diálogo siempre exigible en estas situaciones en las que se juega de manera peligrosa con economías familiares y con puestos de trabajo. Lo mínimo que se puede pedir es un debate abierto, serio y riguroso que permita al comercio tradicional defender su modelo en una situación muy distinta a la que ya quisiera, porque, desgraciadamente para el sector y para la capital, León no es todavía una ciudad turística en la medida en la que esa consideración pueda favorecer su

desarrollo económico.

En una situación de mínimo consumo como la actual, ampliar los horarios o abrir los domingos no supone vender más, sino más bien incrementar el coste de levantar la trapa cada día. El comercio es uno de los pilares del empleo y la economía leonesa, ahora en situación de subsistencia. Cambiar el modelo contra su criterio es una temeridad en un momento especialmente delicado para un sector que lucha a brazo partido por mantener la actividad y el trabajo justamente cuando protagoniza la mitad de los cierres de empresas en la provincia.