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Publicado por
Juan carlos franco
León

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Todavía no ha sonado el chupinazo y por acá ya andan de verbena. Porque sólo bajo ese prisma se puede entender lo del corta y pega del cartel de las fiestas de la Encina de este año. Eso, y que lo del Internet y el Google hacen la vida más fácil a quienes sólo les preocupa cuadrar resultados —los suyos— a final de mes, despreciando el trabajo que hay detrás de una imagen, un cartel anunciador de festejos o una noticia.

El caso de Ponferrada no es único. De hecho más de uno está rogando que no se convierta en tendencia eso de revisar carteles y programas festivos, pero sí sirve para poner de manifiesto lo poco valorado que está ese bien inmaterial que es la creatividad. Y es que, no nos engañemos, siempre resultará más fácil destripar a Dylan que currárselo. Salvadas las reticencias éticas que se presentan—en muy pocas ocasiones, por cierto— denominándolo versión, se introduce en una cajita de lo más mona y ¡boom¡ al número uno de la lista de ventas (y no lo daremos por mal empleado si al final alguien consigue descubrir a Dylan y lo compara con la panorama actual: One Direction ). Es la realidad de la sociedad de nuestros días. No la de la crisis, sino la de los atajos. La de premiar la ley del mínimo esfuerzo. La de los ‘negros’ que escriben novelas para que en la carátula salga el careto de este o aquel presentador de moda que, en realidad no sabe hacer la ‘o’ con un canuto. La del «las noticias no tienen propietario» —evidentemente que no, pero sí tiene dueño el esfuerzo realizado para sacarlas a la luz—.

Llegado a este punto, siempre recuerdo una conversación que mantenían en Cacabelos un payo y un gitano, cuando estos tenían sus subviviendas junto al campo de fútbol al que íbamos a entrenar. El payo reclamaba su sombrilla que una ráfaga de viento la había transportado por el aire desde el otro lado del río hasta la zona del poblado. A lo que el gitano, con mucha retranca, le contestó: « lo que viene por el cielo, lo manda el señor ». Y no hubo forma de arrebatarle la sombrilla.

Visto lo visto, entreguémonos todos a la fiesta. No merece la pena perder el tiempo con disquisiciones éticas que nos distraigan de la celebración de encinas, soledades, cristos o mundiales. Olvidémonos de aquello del ‘ menos samba y mais traballar ’, pues, y más en estos tiempos, siembre habrá un rincón del vago para enseñarnos el camino más corto.

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