Escaso uso de la A-60 por su precariedad

Cuando faltan pocas semanas para que se cumplan dos años desde la apertura del subtramo de la León-Valladolid hasta Puente Villarente el balance de usuarios es desolador. Entonces se cifraron en 20.000 los vehículos que circulaban por la nacional que da acceso desde Mansilla hasta la capital de la provincia y la previsión era que la nueva A-60 supusiese un importante desahogo para esta vía de penetración desde el sureste.

Pero la precariedad de una autovía que apenas ofrece ocho kilómetros hacia ninguna parte la ha dejado como un vial casi inútil. Son muchos los usuarios que circulan hacia Valladolid y que consideran que es más rápido y cómodo desplazarse por el Acceso Sur para aprovechar la autovía de Burgos hasta Santas Martas. Y es que la opción de emplear la A-60 apenas aporta kilómetros de vía de alta capacidad y además acaba en un punto donde para acceder hacia la nacional y seguir viaje es preciso guiarse entre glorietas y con un cruce a la izquierda en una zona de intenso tráfico. Incluso si se realiza el viaje al contrario, en dirección a León, ni siquiera existe señalización en Puente Villarente que anuncie esa posibilidad de virar en dirección a Boñar para aprovechar los ocho kilómetros de A-60 al completo.

El problema surgió al paralizarse la obra de la autovía por los restos localizados junto a la montaña que alberga Lancia. Desde entonces el proyecto duerme el sueño de los justos sin que nadie aventure una solución. La propia ministra de Fomento, Ana Pastor, admitió en diciembre de 2012 que la situación de la A-60 debía y podía mejorarse abriendo otros cinco kilómetros previos a Lancia, para salvar el río Porma y la travesía de Puente Villarente. Pero de aquel anuncio nunca más se supo y hoy el balance de 3.000 usuarios al día en el acceso hacia León por la A-60 evidencia que algo se ha hecho y se sigue haciendo mal.