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Publicado por
Javier Benéitez Mateos.
León

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Si uno es un viajero recién llegado a León buscando información en la oficina de turismo sobre, por ejemplo, el porqué de la nominación de esta población como Cuna del Parlamentarismo o qué hay de cierto en los últimos hallazgos del Santo Grial, se llevará una pequeña desilusión: no le facilitarán información alguna; ni un tríptico, panfleto, cuartilla, octavilla ni nada que haga referencia a ello.

Pero si esa persona curiosa es además de León, el sentimiento que obtiene es más amargo y triste: el sentimiento de los que ven como un rico patrimonio histórico y cultural, tangible e intangible, queda soterrado, oculto y desaprovechado.

Hagamos memoria de estos tesoros olvidados. Se nos llena la boca cuando hablamos del yacimiento de Lancia, declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Zona Arqueológica en 1994; pero sólo hay que acercarse a la zona para descubrir que una valla metálica raída y caída guarda los muros y zanjas llenas de hierbajos que, en su día, tan sólo se protegió con una capa geotextil con la que justificar su conservación, la que nunca llegó. Prometieron un centro de interpretación y aquello es hoy un basurero.

En Puente Castro enterramos hace poco A d Legionem , un asentamiento civil romano vinculado al campamento de las Legio VI y VII, el más estable de la Europa Occidental. Su valor arqueológico, turístico y patrimonial es incalculable. Sus restos se han sepultado para siempre.

La Era del Moro, en la plaza del Espolón, es un terreno particular en el que se almacena chatarra pero esconde a la vista de los leoneses los cuatro mejores cubos de la muralla y, enterrados bajo el firme, los restos que podrían resolver la incógnita de si la muralla de León tenía foso o no, entre otras cosas. Un monumento reconocido desde 1931 que seguimos maltratando.

Más casos: en San Martín de Torres está ubicado el yacimiento que contiene los restos de Bedunia, una antigua ciudad prerromana de los astures cismontanos. Y en Quintana del Marco, Los Villares representa una de las villas más importantes de la provincia leonesa. La extensión del yacimiento y la calidad de sus mosaicos convierten este palacio en el más excepcional de la provincia; sin embargo, esta mansión ha sido expoliada y destruida casi en su totalidad al amparo de la concentración parcelaria.

En las Carbas, un lugar situado entre Santa María y Bercianos del Páramo, unos trabajos de nivelación realizados en 1974 pusieron al descubierto una acrópolis de 32 tumbas hechas de lajas y cantos rodados tapadas con losas. Desgraciadamente, se continuó con los trabajos de nivelación, perdiéndose la pista de lo hallado.

Y si de patrimonio fósil hablamos, sólo hay que visitar Colle, cerca de Sabero, considerada una de las localidades fosilíferas más importante de la cordillera cantábrica.

Pareciera que los leoneses enterrasen lo que de valor poseen y se quejasen por lo que no tienen, pero hay esperanza: sólo hay que ver el éxito cosechado por el Centro de Interpretación del León Romano y su ruta guiada por la ciudad, y eso teniendo en cuenta que en lo que ella se expone es una nimiedad si lo comparamos con todo lo que hasta el momento ha aparecido bajo el suelo de León. La ciudad de Astorga es otro pequeño ejemplo de lo que se puede hacer con el legado romano; su oficina de turismo se encuentra en estas fechas desbordada y han tenido que contratar guías nuevos para hacer frente a la demanda de visitas guiadas, teniendo claro que el turismo cultural está haciendo de la ciudad su seña de identidad y todo eso con un legado romano pequeño pero mimado.

A otra escala, existen iniciativas como las de la asociación Acavi en Villamontán de la Valduerna, intentando poner en valor los restos romanos de lo que podría ser la desaparecida ciudad romana de Argentiolum; o como Arqueoencina, en La Ercina, con asociaciones colaborando codo con codo con el Ayuntamiento y la Junta Vecinal. Además, acciones como las del voluntariado arqueológico podrían tener cabida y servir de gran ayuda para hacer participe «in situ» al ciudadano que demanda poner en valor nuestro patrimonio. Todas ellas son un soplo de aire fresco y ejemplo para otras poblaciones pequeñas y sin muchos recursos donde en su día aparecieron yacimientos o restos que, a buen seguro, podrían ser un incentivo vital para el turismo de la zona.

Otras provincias han visto más claro y desde antes el verdadero valor de la gestión cultural del patrimonio histórico: en Palencia, la Villa Romana de Olmeda cuenta con 400.000 visitas en su haber desde el año de su inauguración, 2009. En Valladolid, en el Museo de las Villas Romanas, primer espacio turístico-cultural de este tipo que se puede visitar en España, se protegen los restos recuperados de la lujosa casa señorial de la Villa Romana de Almenara-Puras, abierta al público en el 2003.

En León existen argumentos para ser referente turístico de alta calidad, sólo hace falta voluntad para hacerlo: Gobierno, Comunidad autónoma, Diputación, ayuntamientos, juntas vecinales y asociaciones tienen que ponerse manos a la obra. Y no vale el «no hay dinero», porque lo que se necesita es la colaboración y voluntad de todos para poder llegar a realizar un proyecto de esta envergadura, mirando por nuestra tierra, caminando todos juntos de la mano en la misma dirección. Sólo así puede crearse un vinculo común tan fuerte que supere cualquier obstáculo. Tenemos el deber de hacerlo por el lugar donde vivimos, por nosotros, por nuestros hijos y por nuestros antepasados.