Diario de León
León

Creado:

Actualizado:

Escuché a una maestra contar que tras cuarenta años de ejercicio lo más importante que se llevaba de las aulas era todo lo que había aprendido de sus alumnos. Un día como hoy comienza todo. La esperanza se gestó en un aula mientras alguien enseñaba a escribir a un párvulo y la gente menuda componía la música celestial esa que sólo sale si se eleva a lectura lo que está escrito en el papel. Magistral el momento. Y cada vez que se reproduce la secuencia, se alumbra otra historia. Hoy es ese día de otra primera piedra en la vida. Un cimiento contra la ignorancia, de tal calado que no se alcanza a descubrir qué relevante será para que el alumno no descienda a la servidumbre y escale sin retorno a la libertad. Educados, no instruidos, defienden los profesores que antes de obligar se ocupan de inspirar el deseo de aprender, profesores que luego salen en los currículum con más fluidez que el paso por la Sorbona o un master en Cambridge. Que el primer sonido del timbre vaya dedicado a ellos, docentes capaces de salvar a la sociedad de tanto recorte y recesión en el ámbito educativo. De qué, si no, se han salvado en los últimos años los muebles del arte de aprender, que no deja de ser remar contra corriente; en cuanto se deja, se retrocede. Igual no se volvió atrás por ese empeño vocacional de una profesión a la que se desmerece con saña: este año hay más plazas convocadas para ser parlamentario que para ejercer la educación. El otro peligro que acecha tiene que ver con la estadística; con el efecto pernicioso de que por cada persona que quiere enseñar pueda haber entre treinta y cincuenta que no están dispuestos a aprender; y por declinación, enseñar a quien no quiera aprender no deja de ser como sembrar un campo sin ararlo. Lejos de atorarse, enderezarán los renglones, para que fluya ese rayo de luz hacia el niño; esa esencia tan personal, tal sutil, tal volátil: enseñar a volar sin que vuelen tu vuelo; a soñar, sin que sueñen tu sueño; a vivir, sin que vivan tu vida; a cantar, pero no para que canten tu canción; a pensar, pero no que piensen como tú. Y al final permanecerá la semilla de lo enseñado. Hoy empieza otra vez la vida para miles de niños leoneses que tienen dentro de la educación la mejor oportunidad de salvarse y salvarnos a todos. No denosten al maestro; por muy acometido que se vea en el desempeño de su profesión, no saben bien lo que un maestro puede hacer por uno.

tracking