Diario de León

FUEGO AMIGO

El refugio de la reina

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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Apartir de Villafranca del Bierzo, que es su acceso natural, la cuña del valle aprieta el curso del Burbia, que se desliza invisible bajo el abrazo del bosque de sus riberas. En las paredes casi verticales se agarran las encinas y algunos madroños. El primer desvío a la derecha ofrece la dirección de Paradiña y el siguiente, a la izquierda, apunta a Paradaseca, que fue durante tiempo uno de los núcleos de pallozas más accesibles. Ya no quedan. El pueblo comba su caserío en las laderas que se derraman sobre el arroyo. Para llegar a esa hondonada, hay que apartarse de la orilla del Burbia, que por aquí ya amplía la caja del valle hasta justificar el aumentativo del próximo pueblo, Ribón, cuyo ensanche da cabida a los vestigios del complejo minero romano de La Leitosa y de la siderurgia decimonónica.

Las pallozas que saludaban al viajero a la entrada del pueblo fueron sustituidas por aparatosos chalés. El mismo proceso ha ido malogrando el equilibrio espacial de huertos y caserío, en el que se borran de verano en verano hórreos y pallozas. Es curioso el efecto devastador conseguido sobre estas construcciones tradicionales por la norma de protección dictada en agosto de 1984 por la Junta de Castilla y León. Durante la posguerra, a raíz de varios incendios como el que asoló el pueblo de Suárbol, el gobierno civil penalizó con impuestos extraordinarios las construcciones techadas con paja. Sin embargo, aquella norma apenas tuvo efecto, porque los recaudadores evitaban los caminos de pezuña en sus inspecciones. Peor resultó el abandono del cultivo de centeno, con cuya paja se cubrían hórreos y pallozas.

También se encuentra ya muy difuminado entre la gente de Paradaseca el rastro de la leyenda que contaba los amores clandestinos de la reina doña Urraca con un pastor y su parto en un hórreo de San Cosme trasladado al pueblo. Ya su tía la infanta Urraca, señora de Zamora, se vio envuelta en el escándalo de unos amores incestuosos con su hermano el rey Alfonso VI. Urraca gobernó diecisiete años, entre 1109 y 1126, y se casó dos veces, con Raimundo de Borgoña, de quien enviudó antes de ocupar el trono, y con Alfonso I el Batallador. Este segundo enlace lo anuló por parentesco el arzobispo de Toledo. Historiadores y novelistas se han entretenido con sus veleidades eróticas, sin reparar en la excepcionalidad de su reinado en un siglo feudal.

La memoria popular de este valle de castaños y pallozas recrea el escenario de sus amores clandestinos. A la par de esa implacable devastación de su arquitectura tradicional, que la memoria de los vecinos vincula con tiempos menesterosos, muestra Paradaseca rincones con encanto, como el conjunto que forman la iglesia y la casa parroquial de corredor abierto.

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