FUERA DE JUEGO
Juego de las sillas
Hay movimientos sobre el tablero político que consiguen poner en fuera de juego a todos los rivales. Son golpes en ocasiones producto de la fortuna y a veces generados por la sabiduría. Tras la celebración del Mundial alguien optó desde Ponferrada por abrir una ventana y generar mucho ruido. Facilitó datos a una revista nacional que precipitaron las previsibles hostilidades entre unos dirigentes políticos que de algún modo sobrevuelan las distintas candidaturas practicando algo así como un juego de las sillas a la espera de huecos.
Pero como la veteranía es un grado el que ha ganado y con nota el primer asalto es el siempre proscrito ex alcalde. Personalmente siempre he tenido la duda sobre el porqué Ismael Álvarez sufre una condena que hoy por hoy es inconstitucional en España. El Supremo le impuso una multa de 2.160 euros y le obligó al pago de una indemnización de 12.000 euros a Nevenka Fernández. Pero en realidad sufre una ‘cadena perpetua’ que le inhabilita —lo que no hizo ninguno de los tribunales— para cualquier actividad pública.
La hipocresía con Ismael es mayúscula si se tiene en cuenta que se le veta para cualquier cargo público desde un partido que han tenido como máximo responsable en una autonomía a un condenado por violencia machista y en un país en el que se acepta con normalidad la reinserción incluso de personas con delitos de sangre.
Pero en esa pugna interna que le genera el sentirse víctima de una injusticia tan brutal quiso dejar claro esta semana quién marca el compás en el Ayuntamiento de Ponferrada. En las filas socialistas, a golpe de suave flautín, iban colocando a Samuel Folgueral en la línea de salida para poder repetir como candidato en mayo recauchutando el partido en Ponferrada. Pero Ismael ha hecho sonar el bombo y dejado en claro quién manda sobre el pacto bipartito y se ha exhibido lo suficiente como para que retorne la temida amenaza del escándalo nacional por el acuerdo con el acosador.
Y a los que buscan un hueco de comparsa en la próxima candidatura del PP —a la espera de que Valladolid o Madrid digan quién es el número uno— también les ha hecho desafinar.
Ismael se equivoca en su afán por seguir como solista en la orquesta ponferradina —daña a la ciudad que tanto dice amar— pero no dudo que va a dar mucho que hablar a la hora de ocupar las sillas cuando cese la música en mayo.