El trasgo

Trasgo es trasgu pallá del Pallares, pero pacá no tiene tanta tarea ni se le nombra en los cuentos o miedos de las abuelas... ese duende cabroncete nos llegó de muy lejos con lo indoeuropeo y celta y en estas mesetas vecinas también urde los maleficios un tal Martinico, el trasgo castellano al que visten de frailín gordinflas cuando se aparece en los caminos.

El trasgo es primo carnal de los duendes europeos más comunes: elfos, gobblins, leprechaun, gnomos, gremlims e incluso orcos... vive en las casas, es duende familiar, y a él se atribuyen el extravío de cosas, desperfectos, putaditas o desmanes... en fin, es un enredador y un tocapelotas, posiblemente más simpático y de menor estrago que ese jefe o ese colega que tienes.

Me gustan los nombres que se dan al trasgu en Asturias: Xuan dos Caminos, Pisadiel de la Manu Furada o Gorretín Colorau , pues aunque es invisible, se le representa con un gorru encarnau como a los enanitos de las setas o de bosques blancanieves.

Ejemplo: por ser Rodrigo Rato asturiano le cae de guante lo de Manu Furada, mano con agujero... todo lo que se pone en ella se le fuga (a la saca del colega) o se le cae (a su otra mano que pone debajo y no está furada).

Cuando uno tiene el trasgo en casa y no se va, solamente cabe hacerse lo que manda la tradición: hay que simular mudanza, cargar muebles en el carro y coger carretera hasta perder de vista el pueblo, allí se espera un rato o un tiempo y se regresa en la seguridad de que el trasgo engañado se habrá ido al no tener nadie a quien rayar.

Está claro que España ha de tener un trasgo borde y muy gafe metido dentro... ¿y si simulamos una mudanza general para engañarlo?, quizá funcione el sortilegio... fácil: se les dice a los españoles que en tal fecha hay que irse todos de excursión a Francia, Portugal o por ahí, la idea mola, queda el país vacío, el trasgo se aburre, se confunde y pira... y al volver comprobaremos que Artur Mas se aprovechó y, con veinte mossos, ocupó Aragón y Valencia al grito de El que fue a Sevilla perdió la silla ... y entonces el trasgo se queda encantado en el follón catalán.

Mira tú, dos pájaros de un tiro.