Ante el ‘tiempo nuevo’ de Tudanca

Una vez refrendado por el congreso autonómico del partido, el nuevo líder del PSOE en Castilla y León, Luis Tudanca, afronta la difícil empresa de articular un nuevo proyecto político socialista que constituya una verdadera alternativa de gobierno en esta comunidad autónoma. Un reto que, a siete meses de las elecciones municipales y autonómicas, no admite la menor demora.

Junto al problema de credibilidad que arrastra el PSOE en su conjunto, Tudanca hereda un partido especialmente debilitado en Castilla y León, que, en paralelo a su preocupante declive electoral, ha vivido un cisma interno que lo ha situado al borde del marasmo. Una fractura de la que persisten secuelas, como se ha visto en el pasado congreso autonómico, donde el esfuerzo integrador realizado por el nuevo secretario general no ha impedido que su comisión ejecutiva autonómica haya sido elegida con un 35 por ciento de votos en blanco.

Pese a que el partido no es una piña —no podía serlo estando tan recientes las pendencias internas—, lo cierto es que la irrupción de un nuevo líder deja atrás la página negra de la anterior bicefalia y permite a los socialistas de Castilla y León concentrar sus esfuerzos en recuperar la confianza ciudadana. A partir de ese punto de inflexión, Tudanca ha de consolidar ahora su liderazgo, devolver la autoestima a los suyos y presentar una oferta atractiva y creíble ante la doble cita electoral de mayo, en la que el PSOE va a tener que competir además con otras fuerzas que están emergiendo con vigor por ambos flancos de su espacio ideológico.

Consciente de que esa tarea no puede ser afrontada a tiempo parcial, el nuevo secretario autonómico se comprometió, antes de ser elegido, a abandonar su escaño de diputado por Burgos tan pronto sea proclamado candidato a la presidencia de la Junta. Mientras va madurando el proyecto a presentar como alternativa, Tudanca tendrá que poner especial cuidado en que el proceso de primarias municipales se dispute en buena lid, sin reabrir las heridas de las luchas canitas locales que tanto daño han hecho a la causa común del partido. La reproducción de ese tipo de rencillas minaría de forma irreparable su autoridad.