Gente muy importante

Un crío de veinte años se ha revelado como un maestro de la falsa identidad. Manejaba coches de lujo con chófer, pero sobre todo un álbum de fotografías con personalidades de la política y de la empresa. A lo suyo no lo llamaremos arte, pero tampoco afición. Se le acusa de usurpar cargos, falsedad documental y estafa. Al parecer, le pidió 25.000 euros a un empresario por un informe del Centro Nacional de Inteligencia, para el que decía trabajar. ¿Cómo lo ha logrado?, se pregunta perpleja la magistrada. Un buen impostor ha de tener nervios de acero, método y cara como un piano. Al malo se le coge porque titubea. Si abordo por la calle al señor alcalde y le suelto: «¡Hombre, don Emilio!, ¿Me paga los 200 euros que le dejé en la mili?». Si percibe el mínimo parpadeo enseguida me preguntaría en qué año y en qué cuerpo. Pero si se lo pido sonriente y como si fuese aquel Aguirre que seguramente conoció en el campamento, entonces, echará mano de la cartera. Es un caballero y sabe que la duda ofende. Si en el proceso de engaño silbas o te muerdes las uñas, entonces, la víctima recela. Leo que se hizo pasar por asesor del Gobierno. No diré que para serlo haya que lucir barba de Valle Inclán, pero qué menos que pelusilla.

Se presenta en el Festival de Órgano y le dejan dar un concierto, porque dice que conoce a Bach. En efecto, lo difícil es mentir sin desternillarse, sonrojarse o rascarse. Acordémonos de Biomédica, unos profesionales. ¡Uf!

Alguien tenía que haberle explicado quiénes son las personas importantes; las hay en política y en la empresa, por supuesto. Pero aún más las calles están pobladas de importancias anónimas, héroes y heroínas del amor, la dignidad, el sacrificio... Por ejemplo, la hermana Paciencia, cuya sangre salvará vidas y quien ha proclamado que no guarda rencor por no haber sido repatriada en su momento. «Dios escribe derecho con renglones torcidos», dice. No siempre para disfrutar de las mejores vistas hay que subir al ático. A los veinte años algunos aún están en la edad de la espinilla. Puede considerarse afortunado por haber sido detenido. ¡Y uno creía haber tenido una juventud conflictiva porque un día me fume a escondidas un puro de mi padre!