Diario de León
Publicado por
JUAN CARLOS FRANCO
León

Creado:

Actualizado:

No hay quien la quiera. La compañía eléctrica más nacional decidió quitarse el muerto de encima en una negociación con el ayuntamiento para librarse de sus pasivos, aunque entre estos se incluyera el edificio que le dio vida. Está claro que en el mundo de los grandes tiburones no hay lugar para sentimentalismos. Luego se postuló como sede de la policía municipal en un intento de sacar algún provecho a las cuatro paredes ruinosas en que se acabó convirtiendo el edificio de la térmica de Compostilla I. Su suerte pareció cambiar con esa utopía pensada para Ponferrada de la capitalidad de la energía. Sin embargo, pocos años más tarde, y con el sueño del Bierzo de volver a ser alguien en el mundo energético escurriéndosenos por los dedos sin remisión, ha vuelto a convertirse en un muerto en vida. Un paria al que nadie quiere unir su destino, ante la posibilidad, más que cierta, de que termine arrastrado al fondo del ahorro.

Un apestado sí, pero de postín. Un ‘pequeño Nicolás’ en piedra, que se acostumbró a los días de vino y rosas sin que hubiera una base sólida que sustentara sus delirios de grandeza —los suyos o los de aquellos que lo parieron así—. Un gigante con los pies de barro que ahora se ha manifestado tan inservible como el proyecto investigador que albergó en su vientre —al que se aportó millonaria financiación europea y desde donde ahora se reniegan de los logros conseguidos—. Moderno, chic, innovador,... pero también sobredimensionado y poco funcional. Un dinosaurio de otros tiempos, que difícilmente sobrevivirá a la realidad de nuestros días.

Así, si nadie cambia su destino, y pocas noticias buenas se esperan en este sentido, parece estar más que condenado a ser engullido por el paso del tiempo y devuelto a esas ruinas de las que, para muchos, no debió salir. Se echará el cerrojo y a otra cosa. No hay lugar para nostálgicos y guardianes de nuestra historia —bueno, en este último caso si no te apellidas Prada o estás en Pro Monumenta—.

Lamentablemente, Compostilla I, un ejemplo más de nuestra arqueología industrial, parece que se convertirá en un argumento que vendrá a avalar a quienes en su día decidieron tirar por la calle del medio y sepultar el patrimonio industrial ponferradino —y encima cobraron por ello— debajo de miles de toneladas de estériles de carbón.

tracking