Diario de León
León

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Siempre he creído que no es el ejercicio del poder el que corrompe, sino el deseo enfermizo del mismo. Hay personas que lo ejercen desde la plena honradez, sin contaminarse ni contaminar ellos. Por tanto, la corrupción ha de iniciarse mucho antes, en un camino previo de cobardías y vilezas en el que posiblemente se vayan pasando a cuchillos todos los valores inculcados por padres, abuelos y maestros. Y a partir de esa primera cadena de traiciones irán llegando entrelazadas las demás. ¿Cuándo pudo corromperse o ser corrompido Marcos Martínez, en qué tramo de su itinerario? ¿Fue él su propia Lady Macbeth? No deseo ser cruel con alguien caído en desgracia, no más de lo que exige la condena rotunda de los hechos, pero hay muchos elementos indignantes en lo que vamos sabiendo de su caso, como es que al parecer tuviese participaciones en las empresas a las que su institución adjudicaba proyectos. En medio de una crisis económica como la que sufren tantos leoneses, el que un gobernante haya presuntamente abusado de su posición para enriquecerse de forma no sólo ilegal sino obscena, cae dentro de la pornografía política más abyecta. El sueldo de un presidente de la Diputación debería bastar para satisfacer sus ambiciones, le coloca en un estatus económico inaccesible para la mayoría de los ciudadanos a los que debe servir. Y éste es uno de los aspectos más característicos e indignantes del corrupto: no necesita más, pero lo anhela. Y es en ese anhelo donde toda luz se apaga.

Martínez clama que es inocente. Ojalá lo sea. Supongo que, a la vez, quisiera dar marcha atrás en el tiempo y no haberse relacionado con malas compañías. No da el tipo del cerebro de una trama compleja, tampoco los otros lo dan. La inteligencia es un valor y ellos son meros listos, favorecidos por una situación de aparente impunidad. Lo suyo era fácil, lo difícil es vivir con poco. O con nada.

Seamos contundentes en la condena de lo condenable, pero no demonicemos a la vez a los políticos que no merecen ser demonizados. Porque en esa injusta generalización los salvapatrias y los autoproclamados puros aprovechan para vendernos como nuevas sus oxidadas y rotas soluciones. La Historia no se repite, pero tiene eco.

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