Diario de León
Publicado por
manuel alcántara
León

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Con las cosas de comer no se juega, ni menos con las cosas de los que por desgracia no comen. Estamos en vísperas de algo, pero no sabemos en realidad cómo será la fiesta.

La estimación de voto, que no suele coincidir con el día de la votación, aporta sin embargo datos que influyen sobre los votantes cuando llega el día de acudir hasta las urnas con la papeleta.

En general, la gente no suele apuntarse al perdedor y prefiere subirse, aunque sea en el estribo, al carro de los ganadores, que siempre tiene el letrero de «completo».

Lo que se ha dado en llamar «el terremoto de Podemos» más que sismografía es en realidad una cuestión de sociología.

Desbocado desde hace mucho tiempo y en todos los hipódromos el caballo loco de la honradez política, las personas que parecían más o menos normales se han agarrado a su cola, quizá confundiéndola con la coleta del joven Pablo Iglesias, que sigue ganando adeptos y que aún no ha perdido la vergüenza.

Uno de los mayores encantos del futuro es ver cómo lo predicen los augures contemporáneos. Si nadie se dio cuenta en su tiempo de que una pequeña aldea llamada Roma iba a ser la dueña del mundo, sería pueril asombrarnos cuando nos toca afrontar otras cosas.

No solo sucede lo que esperamos, sino lo inesperado. Por eso le llamamos noticia a lo que se está viendo venir, aunque aún no haya llegado.

La corrupción ha tocado techo, gracias a los sucesivos cabrones consentidos que nos han gobernado últimamente —y no tan últimamente— de un tiempo, que se pierde en la noche de los tiempos, a esta parte.

Nadie cree en nada anterior y confía insensatamente en que será mejor cualquier cosa que venga.

El secreto de Podemos es que todavía no le ha dado tiempo a equivocarse, ni a programar su catálogo de equivocaciones.

No tener un programa es el mejor método conocido para no transgredirlo, pero le está bastando para consolidarse como alternativa al bipartidismo, que se está poniendo muy pesado, quizá porque ni al Partido Popular ni al Partido Socialista les pese la conciencia. Aquí va a pasar algo. ¡Que sea lo que Dios quiera! Que nunca será nada bueno.

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