La clave es...

Tan simple y tan difícil...

Joaquín Fuster es un lujo para la inteligencia española y un raro sabio que reune en su palabra la condicion de neurocientífico y filósofo, ciencia y humanidad... y es una eminencia mundial en el conocimiento del cerebro. En el periódico que va parejo con este le preguntaron por la clave de la felicidad... su respuesta no pudo ser más clarificadora y sencilla: La felicidad se basa en una buena salud, mucho dinero... y ¡una mala memoria!

Lo de la salud estaba muy claro y lo del dinero no todos se atreven a decirlo con tal franqueza, pero eso que dice de la memoria es demoledor... significa que los recuerdos (los malos, supongo) matan, reconcomen... ¿y los buenos?... no sé, deduzco que también deprimen o aplanan por pertenecer al reino de lo perdido... son los que alimentan las melancolías culposas y las feas comparaciones... además, lo malo tiende a repetirse, pero lo bueno no es fácil que lo haga... por esta razón alguien dijo una vez: Jamás vuelvas al lugar o a la ocasión donde fuiste una vez feliz .

La cuestión es cómo lograr una mala memoria, cómo manejar el olvido sin que nos dé reparo o vergüenza saber que mentimos... y nos mentimos.

Debe ser fácil, sólo hay que ver la cara de feliz y airada inocencia que ponen Pujol o Monago tras haber alardeado de una malísima memoria que les sirvió para sacar aplausos de su gente y pasar de la defensa al ataque con discursos de patriotismo catalán o de transparencias y yo me pago lo mío .

Mala memoria... «Yo ya sólo retengo líquidos», le oí decir a alguien.

Nadie recuerda nada. En la hilera de procesos y jucios de la Santa Corrupción estamos viendo que, por principio, nadie recuerda nada. La amnesia es el primer salvavidas que se pone un imputado... y cuando vengan las evidencias, ya lucirá justificaciones o le echará la culpa a otro... o al clima.

Dice nuestra psicóloga que el mecanismo cerebral tiende a enterrar los recuerdos terribles y las grandes culpas. Así lo hace hoy el mangante de las altas esferas, porque si no, con un poco de memoria y de honor que le aflorara, se levantaría la tapa de los sesos viendo el estrago social que ha causado.