Diario de León
Publicado por
Pedro Rabanillo Martín
León

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A nte la llegada a la dirección del P.S. del incipiente Pedro Sánchez, circulaba cierto aire de confianza, hasta el punto de convertirse en ritual de mito a la esperanza. Los afilados y simpatizantes esperaban que fuera capaz de oxigenar el ámbito general del Socialismo, y que diera nuevo impulso para recuperar la «pole» de la izquierda moderada (Social Democracia), inconscientemente entregada a los extremistas anti-sistema, especialistas en aventar programas económicamente inaccesibles y socialmente inalcanzables. Pero el bautismo regenerador no ha podido ser más desalentador, al seguir el mismo camino de los rifirrafes políticos con que se despidieron sus falaces antecesores. No obstante trataremos de ser indulgentes en consideración a la falta de formación política y administrativa, esperando cambie el itinerario para evitar un descalabro total en la proyección de futuro.

El encarar la gestión con un voto en contra de los intereses de España en la UE parece un chiste de burla mal disimulada. Nos referimos al triste espectáculo que nos brindaron en la elección a comisario europeo de un candidato español, negándose a respaldar lo que sus colegas europeos, en general, aprobaron con buen criterio, eligiendo para el cargo al señor Arias Cañete. ¿Qué interesantes logros pensaban brindar a los españoles con negarse a apoyar la elección del candidato español? ¿Acaso defender los intereses de España dando opción al candidato de otro país? Como gesto patriótico, una aberrante traición. Como signo económico-social, ineptitud manifiesta. En el rango político, defenestrados para cargos públicos y de responsabilidad de un hipotético gobierno socialista.

El patetismo con que ejercen el papel de oposición, les descalifica a priori en cualquier intervención; dedicándose exclusivamente, ante la falta de ideas, a sacar a colación visos de corrupción de elementos afines al PP que están en vías de ejecución juridicial a la espera de las oportunas sentencias, dejando a un lado los quebrantos corruptos propios, cuando varios de los representantes más significados están con el agua al cuello por sus nefastas actuaciones. Y otros ya absueltos de muy dudosa inocencia.

Al contemplar los debates que se vienen sucediendo en el Congreso, siento vergüenza de que un país esté representado, en parte, por una camarilla de ineptos, cuyo único fin es provocar camorras mediáticas para ensombrecer el fracaso de políticas con que ejercen la oposición sin saber hacia dónde dirigir su futuro, dejando un rastro de manifiesta incertidumbre e incompetencia. Por simple curiosidad he seguido alguna de las escasas intervenciones del secretario general en el Congreso, y créanme que en cada sesión, sus propuestas nada tienen que ver con las necesidades más perentorias que adolece el país, sin proposición de alternativas. Solamente apela a cuestiones ideológicas y distancias de tipos sociales, que trata de vender a la sociedad, cansada de asistir a enjuagues y mentiras, por intereses partidistas y no por opciones serias para tratar de recobrar la alternativa de Gobierno.

Para justificar mi humilde opinión al respecto, pongo en liza los dos hechos más relevantes que han dominado y dominan la actualidad, (al margen del escándalo de la corrupción). Nos referimos a la enfermedad del ébola y a la insólita «magnancia» de las tarjetas «negras» de la vilmente saqueada Caja Madrid. Diseccionando según mi personal criterio las consecuencias que se derivan sobre las actuaciones del arco institucional, en el que los socialistas se colocan en vanguardia por la feroz crítica que ejercen sobre los dos casos y que consideramos de muy distinto signo.

Por lo que a la enfermedad se refiere, creemos que los destacados directivos de la formación de la rosa no han estado a la altura de las circunstancias, teniendo en cuenta la difícil gestión que han tenido que llevar a cabo tanto los profesionales sanitarios como los responsables políticos, dadas las dificultades que entraña esta grave patología, así como el escaso conocimiento de su origen. Se puso en funcionamiento el protocolo adecuado y con posterioridd se fueron incorporando otras soluciones a medida que la situación lo requería. La «saga» socialista no lo entiende y se lanza sin recato con la «tropa» de vanguardia para emponzoñar más el aire envenenado que aspira y respira la sociedad.

En el tema de las tarjetas «negras» de la reina de las finanzas madrileñas, su posición al respecto lo entendemos como actuacion acertada y responsable al suspender de militancia a sus «correligionarios» con el castigo de la expulsión del partido y a la vez exigir al PP actuar en el mismo sentido con sus «elementos» afines. Pero, ¿qué hacer en Andalucía con esa caterva de «rufianes» involucrados en eventos rateriles de espeluznante codicia? Como siempre que se trata de «follones» domésticos, se despachan con la evasiva habitual, no toca.

El nuevo secretario general, está perdiendo una ocasión de oro para darle la vuelta a esa serie de despropósitos con que gestionan el partido, que consideramos Patrimonio Nacional, aunque en las recientes pasadas titularidades no ha sido un dechado de virtudes, especialmente en la etapa zapateril, dejando de detritus de desorganización y despilfarro, siendo incapaces de encauzar políticas rentables para los intereses nacionales.

No deben continuar por ese camino. Tienen que cambiar el ritmo y la disposición para hacer una buena labor. Abandonar el impertinente tic... del «y tú más», colaborar con el Gobierno para una justa y apremiante recuperación. El premio será volver a la representatividad que como gran Partido les corresponde, y aprovechar el cambio para salvarse de la deriva en la que están embarcados.

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