Diario de León
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camino gallego
León

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G racias a la vida, que me ha dado tanto» esa estrofa de la cantautora chilena Violeta Parra podría haberla hecho suya mi madre sin un ápice de mentira.

Después de 94 años plenos de salud y actividad nos dejó sin hacer ruido. Hasta el último momento disfrutó de las cosas que le gustaban, por eso le estoy agradecida a Dios. Y como bien nacida también quiero agradecerles a muchas personas su dedicación.

A su médico de tantos años, el doctor Ingelmo y a su enfermero Antonio, que siempre la cuidaron con cariño y profesionalidad.

A la doctora Lafuente, joven neurocirujana que le atendió las últimas dos semanas en San Juan de Dios, donde todo el personal (especialmente la supervisora Merche) demostró gran eficiencia en sus difíciles tareas para que la paciente y sus familiares sobrelleváramos el duro trance de ir viendo como cada día se apagaba su vida.

También quiero agradecer su apoyo y ánimo a cuantos familiares, compañeros y amigos nos acompañaron tanto en el hospital como en el tanatorio.

A todas aquellas personas que aunque nos conocieran poco sintieron como suyo nuestro dolor y nos apoyaron con un beso, un abrazo o una cariñosa palmada.

No quiero pasar por alto la sentida tristeza de sus amigas, con las que compartió en el Recreo juego de cartas hasta la última tarde de su vida normal y que estuvieron con ella las mismas horas dos semanas después, ya en el tanatorio.

Pero sobre todo quiero agradecerte a ti, mamá, todos tus desvelos y enseñanzas, fundamentales para hacerme como soy. Aunque discrepáramos en algunas cosas, siempre me dejaste autonomía para que buscara el camino, pues era grande tu confianza en mí. Me enseñaste a luchar por lo que quiero y a no rendirme con los pequeños contratiempos que siempre nos asaltan. Te alegraste conmigo de los aciertos y no me dejaste entristecerme con los fracasos, porque había que seguir adelante y trabajar sin desmayo para conseguir lo que se quiere, que siempre es más apreciado si no se logra con facilidad. Por todo esto siempre te estaré agradecida.

Por último, pérdoneme el lector que hoy haya escrito tan personal columna, pero los periodistas tenemos madre, como alguno a veces se encarga de recordarnos, y hoy he querido rendir homenaje a la mía. Descansa en paz, mamá.

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