Al belén, castores

T ócalas otra vez, rapaz... zambombas, panderetas... meterle música navideña a estos días no debe ser monopolio dulzorro y torra de los comercios... tienes derecho a tu murga... y a montar un belén.

Dicen que es por ahora cuando se monta el Belén en casa de los muy beleneros, aunque eso que hacen muchos colocando en el aparador sólo un portalín o pesebre con lucecitas epilépticas no es montar un Belén como Dios Niño manda... un Belén es un belén, coño, con montañas nevadas, dunas camelleras, castillo de Herodes, un río, laguna de patos (¿y cisnes?) con todo el elenco de pastores, lavanderas, artesanos, Magos y cagapraos que quiera echarle la fantasía de cada cual... porque este es un teatrillo con sus reglas, pero también con licencias... en realidad, en un Belén cabe todo... y en un belén mafioso, la tira... ahí están los montados por Bárcenas o Granados o Pujol o el montón que retrata el juez Ruz (van por él... el gran Peridis dice que es muy competente ese juez y no sólo por descender de su pueblo y tratar mucho su madre con la suya).

Montar el Belén tradicional es divertido e imaginativo, junta a críos que se ayudan o discuten... y alguno acaba llorando o mancao... la vida misma.

Los Mensajeros de la Paz del padre Ángel han montado uno en Fuencarral 41 dedicado a los dramas de África... todas sus figuras son negras, pastorcillos inmigrantes, vallas con concertinas rodeando el castillo (y campo de golf), los Magos son unos sin-papeles, el portal lo cubren dos guantes del ébola... y negrito es el Niño Jesús, claro.

Sócrates es un sentimental y sugiere un belén también creativo: el portal es un cajero de Bankia con cartones en el suelo donde una Virgen preferentista arropa al Niño con trapos de Cáritas... y sólo hay caganers en este belén (Rato, Blesa, Fabra, Monago, un ugetista cañí) que no jiñan en un rincón, sino en el pesebre, acostumbrados a cagarse siempre en lo más sagrado.

Aunque el más chulo es el de aquel niño que dice a su mamá que hará de castor en una función del colegio... se pasa ella toda la noche cosiendo un disfraz de ese animal y, camino del cole, canta eufórico el crío... ¡a Belén, castores! ...