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Publicado por
antonio papell
León

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E n nuestro mundo contemporáneo, la educación, que significa aprendizaje para la vida y la inserción en el mundo laboral, incluye indudablemente la capacidad de acceso al universo virtual de Internet, que proporciona información y conocimiento insustituibles para el desenvolvimiento de la persona y, en muchos casos, también para la actividad profesional

De aquí que, para ser expresivas, las clasificaciones que se hagan sobre el nivel de los sistemas educativos han de complementarse con datos relativos al acceso a la red de la colectividad en estudio. En más: puede afirmarse sin ambages que los datos objetivos sobre acceso de un país a Internet proporciona un baremo seguro de su desarrollo cultural e intelectual

Pues bien: la situación de nuestro país en este capítulo es lamentable, si hay que creer en los datos que aporta Eurostat sobre el particular.

En nuestro país, el 60% de los individuos acceden a Internet a diario, cuando la media europea es del 65%, y ello nos sitúa en el puesto 17 de los 28 miembros de la Unión Europea. Pero más expresivo resulta conocer que existe en Europa una brecha entre los países más desarrollados —el ranking de uso de Internet está encabezado por Luxemburgo (87%), Dinamarca (85%), Holanda (84%), Suecia (83%), Finlandia (81%) y Reino Unido (81%)— y los menos desarrollados —(Portugal (51%), Polonia (51%), Grecia (49%), Bulgaria (46%) y Rumania (32%)—, de modo que nuestro país está en una incómoda posición intermedia: no pertenecemos al furgón de cola pero estamos muy lejos de los países maduros de la UE, con los que a menudo tenemos la pretensión de identificarnos.

España vuelve a estar a la cola —el 24 de 28— en el porcentaje de quienes utilizan la nube de algún sistema de pago

El atraso en el manejo de Internet tiene que tener un origen vinculado al sistema educativo. Quizá no exista una correlación directa pero sí ha de haberla al menos indirecta, ya que la Red, además de ser una herramienta de trabajo en muchas actividades profesionales, proporciona acceso a las necesidades intelectuales de las personas, que dependen de la pátina cultural que posean. También puede deberse en parte el relegamiento español al hecho de que no se haya combatido la brecha digital debida a la edad: como es evidente, las generaciones más añosas no han conocido internet hasta la edad adulta.

En cualquier caso, esta situación debería ser tenida muy en cuenta por los responsables del sistema educativo.