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León

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M añana toca arrancar hoja de calendario y aparecerá el blanco de la pared. Es diciembre y acaba un 2014 del que poco se esperaba porque parecía de pura transición atisbando un 2015 que incluye cita electoral y que ha sido proclamado desde hace tiempo como el primero de la era victoriosa tras un lustro de deambular por el desierto. Pero la realidad es tozuda y no sabe de agoreros y en estas últimas doce hojas del calendario ha dejado todo tipo de incertidumbres e interinidades. En unos tiempos en los que parecía que de nuevo estaba todo atado y bien atado mientras se volvía a hablar de transiciones, parece que los tiros van por otra parte.

Habrá que aupar a la pared otro calendario que será decisivo para el futuro de muchos, porque cada vez se respira más aire de provisionalidad. En esas doce próximas hojas se la juegan casi todos los que hoy se reparten con mayor o menor fortuna cuotas de poder o al menos de aspiraciones.

Repasando el abanico de izquierda a derecha —por ser la fórmula de lectura tradicional en occidente— el grado de interinidad roza unos niveles insólitos. En la última varilla andan intentando hacer auténtico equilibrismo a la espera de acontecimientos porque existe el riesgo de no salir en la foto si se falla al elegir el «emos» adecuado.

En la anterior varilla no son capaces de retener la tela que se les escapa en forma de votos, porque tampoco está claro quién y en qué sentido debe tensarla. Esa fuga hacia la izquierda tiene un doble filo a la hora de la ‘segunda vuelta’ interna que siempre propicia la lectura de resultados electorales.

Y entre los escorados a la derecha, que ahora monopolizan todo tipo de butacas y sillones, sólo hay dos sobre los que no existen dudas. Suena a juego de trilero cutre elucubrar con los cabezas de cartel de León y San Andrés. Son ese escaso margen que se escapa a esa interinidad generalizada que dejó aquella sorprendente tarde del 12 de mayo. Desde los representantes de las grandes instituciones en la provincia, a cargos clave como la candidatura a la Diputación o a la Alcaldía de Ponferrada, Astorga, La Bañeza y una larga retahíla de municipios están sin cerrar. Frentes abiertos que pueden salir cara o cruz, como esos puestos que nadie cuestiona hasta que cada cuatro años se convierten en interinos para ser ratificados o no. O incluso el propio puesto de piloto de una nave con una compleja singladura para estos 12 meses.

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