Diario de León

TRIBUNA

Los recursos generalizados de las drogas

Publicado por
Carlos Antón Roger funcionario de prisiones
León

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L a juventud, y referida a la franja entre los 15 a 65 años ojo, no todos, (o tal vez sí, sin disculpas) siempre ha encontrado y encontrará un cierto placer, en lo que le produce un cambio en su rutina diaria, semanal, o sin ello, y lo busca, lo buscamos todos, en cosas tan diversas y a la sazón oportunas, pero indefectiblemente, en las «drogas» (sustancia vegetal, mineral o animal con sus efectos consecuentes), como se define, sin importar del tipo que sean. Y yo me pregunto: ¿Si nuestro propio cuerpo genera drogas tan potentes, como la endormina, la dinorfina... drogas de la felicidad, por encima incluso, en cuanto a sus efectos, de la morfina o la heroína, necesitamos de otras? Las drogas, en cualquier caso, mantienen nuestro ego. El recurso manido de sentirse bien, soslayar el hábito de vida o simplemente por la estación cultural que se vive, no concuerda con las que producen nuestro propio organismo.

Cuando se produce una situación estresante, social, personal, familiar o profesional, en gran medida ya es nuestro propio cerebro el encargado de generar las drogas que necesitamos, pero no obstante, observamos, (todos) que en un gran número de casos, hay que añadir algo más.

Nos anunciamos como un escudo, para enmascarar el acaecer diario, el dolor, la adiccion al trabajo, la carencia afectiva... O simplemente como indica don Goleman, La Psicología del Autoengaño , en cuanto mecanismo de defensa por el cual, no aceptamos genéricamente el dolor. No nos gustamos, como actuamos, como nos relacionamos, y aunque nos vean hipocondríacos o nos veamos saludables, el caso es imitar a los demás en lo demás, con ellas o con las nuestras.

La adecuación de nuestro cuerpo, para la ausencia de cualquier tipo de drogas, data desde el principio de los tiempos, pero ha sido breve la ausencia referida, con el descubrimiento de las vías endorfínicas y aunque en la actualidad, se conozcan veinte o treinta, con toda probabilidad, expuesto ya por el Dtr. Solomón S. existan más de doscientas diferentes.

¡Y qué significa esto a todos los que somos profanos! Para establecer una comparación, (valga como ejemplo, el de una persona que padezca esquizofrenia), este individuo citado, libera altamente y en cantidades superiores, las endorfinas, con lo cual el dolor, la atención, se presentan muy mitigados, por lo que es preciso, equilibrar sus aumentos con otras «sustancias», drogas al fin y al cabo (Narceina, Naltroxona...) que equilibren el exceso y actúen de analgésico. Es una cadena constante, gente sana e insana, y con ello intento establecer, que si los llamados sanos introducen o dirimen en su cuerpo, otras drogas, en el ejemplo referido pasa lo mismo, por vía médica. ¿Quienes son los sanos y quién los enfermos?

Un número ínfimo de sujetos, no representará a la mayoría, pero nos da la comprensión, de lo precedente, y será precisamente, esa mayoría la que entenderá y comprenderá lo que poseemos cada cual, sin el recurso de agentes extremos e inclusive en los momentos de mayor triunfo personal.

Mi profesión (más de treinta años), me acomoda, no sólo a la ejecución del presente artículo sino inclusive de otros múltiples, que por espacio, sería caso de varios libros. Con referencia, venido al caso y cierto totalmente, lo circunscribo en la parte llamada «interna» de la sociedad actual: «Antonio, César, José...» qué importa el nombre, se trata de una persona joven, retraída que más tenía cuando se metió en el submundo de las drogas (insistiendo en decir, que de cualquier tipo). En su casa todo funcionaba bien, o dicho por él, si algo funcionaba mal, nadie lo tenía que saber. ¿La introversión en edad temprana la curó? Experimentando el consumo de todo tipo de substancias, notando con ello que su personalidad cambiaba y pasó de la no relación al ser el centro de todo. Sus relaciones personales cambiaron por completo, carisma con la gente, afecto... Pero sobre todo disposición a efectuar cualquier cosa que se propusiera. No necesitaba delinquir o no estaba, digamos, preparado para ello. En conversaciones posteriores me contó que sin ellas, no era nadie, que sentía un gran pesar interior, personal, social y familiar, que no podía superar sin estímulos externos.

Los tratamientos de varios tipos, le vinieron a indicar, que era su propio cuerpo el que no producía las substancias necesarias para la superación de sus problemas y afrontar el pánico, dolor o frustración, reivindicándose normalmente (la propia Dopamina), interiormente necesitaba ademas de otros agentes exógenos ya dichos. Cuatro años de prisión (entró con 18 años) y su forma de seguir es a base de la medicación adecuada (droga médica) y por supuesto el resto de drogas generalizadas.

Son cientos y cientos de casos similares, pero la conclusión final que necesitamos sacar y que sólo podemos entender, es que todos somos adictos, de forma convencional la mayoría o de forma cotidiana el resto, sin que pueda existir un paralogismo en lo escrito y por todos sabido.

Finalizo con una pregunta para todos aquellos que se puedan quedar con la duda, excépticos, al fin: ¿Este artículo esta pergeñado por el influjo de las drogas? En la pregunta, respuesta implícita.

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