Diario de León

FUEGO AMIGO

La casa del misterio

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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L a campana de los centenarios permite revisar la baraja de los olvidos, que no son pocos ni infrecuentes. A veces, incluso sirve para descubrir o repasar la obra de los autores recordados. Este 2015 que acabamos de estrenar atropa el memento de creadores relevantes, que requieren quizá una nueva mirada, con la revisión de su obra y la puesta al día de su figura. Es el caso de Teresa de Ávila (1515) y de nuestro Enrique Gil y Carrasco (1815). Pero el calendario de las evocaciones también nos acerca la figura embozada y misteriosa de la poeta Alfonsa de la Torre (1915-1993), cuyo chalet modernista se deteriora a las afueras de Cuéllar, junto a la autovía de Pinares.

Después de la guerra, Alfonsa de la Torre se doctoró con una tesis sobre la romántica Carolina Coronado, fue profesora de Literatura en la Universidad de Madrid y viajó por Europa antes de recluirse en su paraíso de Cuéllar, rodeada de árboles y animales exóticos. En aquel edén de La Charca, la descendiente de Pedro I hizo su obra y vivió sus amores, siempre en la cuerda del riesgo. Se abrasó en el horno alquímico, vaticinó hechos venideros, vistió los tules de la escuela de Alejandría y arropó el desamparo de la poetisa Ángeles Fernández de la Borbolla, aquella muchacha indecisa que el Premio Cervantes José García Nieto usó como tapadera de un engaño: premiarse a sí mismo en el Adonais de 1950. Dama de soledad fue el título y Juana García Noreña su seudónimo.

Según un cronista de la época, «una menudita asturiana de veinticuatro años, quien para los olímpicos del Gijón era apenas una entrometida». Pero cuando estalló el escándalo fue al conocerse que la joven llanisca ganadora del cuarto Adonais trabajaba con García Nieto en la Hemeroteca. Estuvieron en aquel jurado, que desechó dos buenos libros de Crémer e Ildefonso Manuel Gil, García Nieto, Aranguren, Pérez Embid y Cano, presididos por Gerardo Diego. Un acróstico del libro desvela a su auténtico autor, que no es otro que el miembro del jurado José García Nieto, casado con una leonesa de Villamizar, María Teresa Sahelices.

Ángeles de la Borbolla trata de defenderse de las acusaciones aceradas de Eugenia Serrano en Pueblo, que poco antes ha devuelto al exilio a Enrique Azcoaga, por una broma sobre su voracidad amatoria. Pero no aguanta mucho, a pesar del apoyo de Gerardo Diego y de otros amigos, antes de huir con Alfonsa a su refugio de Cuéllar. A la muerte de Alfonsa, su hermano Basilio desalojó sin contemplaciones a su compañera de la casa, quemó los textos de las poetas y malbarató en almoneda su magnífica biblioteca. En 2011, la profesora balear María Payeras editó su Obra poética, integrada por cinco libros tejidos con referencias enigmáticas pero siempre sugestivas.

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