Diario de León
León

Creado:

Actualizado:

C uando uno lee que una administración pública ha tenido a un trabajador, o a varios, o a los que sean, sin dar de alta en la Seguridad Social la sensación mínima que surge es de incredulidad. Pero se pasa en cuestión de horas o días a la vergüenza ajena al observar el sainete con el que se difumina una situación tan injustificable como ésta. Haciendo bueno lo de que el tiempo todo lo engulle se dejan pasar las horas y también los titulares sin que nadie haga nada a la espera de que amaine el temporal.

Pero en un episodio como éste lo razonable es que alguien hubiese cogido el toro por los cuernos para aclarar qué ha pasado realmente. Ya no se trata de esa utopía que pasa porque alguien dimita o porque se le releve del cargo. Simplemente parece que lo razonable es que en el Ayuntamiento de León alguien ‘se haga cargo de lo ocurrido’, arrojando luz al caso y no más barro.

Que en las instituciones existen muchas veces ínsulas incontrolables no es nuevo. Pero la culpa no la tienen quienes las habitan. La responsabilidad es de quien las tolera, con mayor o menor interés o acierto. Cualquiera que conozca la fórmula de funcionamiento de la administración —o incluso de una empresa— es consciente de que siempre existe un visto bueno, un parabién que llega ante cualquier decisión y que evidentemente en un caso como éste de los contratos ‘ilegales’ alguien tramitó el pago de las nóminas de esos trabajadores a los que no se les había dado de alta.

Los concejales del equipo de gobierno, con su alcalde como solista —siempre es el máximo responsable si no es capaz de determinar ninguno por en medio—, han sido los protagonistas principales de un sainete al que se han sumado como actores de reparto cuantos han tenido oportunidad.

Que la oposición socialista deje irse de rositas al gobierno popular del ayuntamiento en una situación como ésta resulta, como mínimo, llamativo. O quizás precisa una explicación.

Pero también roza el esperpento —o quizás ya no a estas alturas— el papel sindical. Denuncian el caso pero ponen rápidas barreras para intentar evitar males mayores. Una actitud protectora o dirigista que quizás sólo se entiende porque después hay que volver al mismo despacho para tratar directamente asuntos más delicados y es mejor mantener buenas relaciones con quienes deciden de verdad.

tracking