EDITORIAL: Fracaso en los contratos de formación

La reforma laboral puesta en marcha por el actual Gobierno intentaba abrir un camino para el acceso de los jóvenes al empleo a través de unos contratos de formación que deberían desembocar en plazas estables en las empresas. Pero dos años después de la puesta en marcha de esta fórmula los datos son totalmente decepcionantes. Apenas el 2% de los contratos de formación que han sido firmados en la provincia de León han llegado a convertirse en indefinidos. Sólo 49 de los más de 2.000 aprendices que han pasado por unas empresas que se han beneficiado de las ventajas previstas para esta fórmula de contratación han completado el proceso. La situación exhibe que al final lo que se generan son cauces para que las compañías puedan contratar barato con un coste de dinero público pero en realidad esos cauces no consiguen alcanzar el que debería ser su principal objetivo: el facilitar el acceso a un empleo estable a los jóvenes.

Los contratos ideados en la reforma laboral de 2012 pretendían servir de cauce para que los jóvenes pudiesen transitar desde los estudios al mercado de trabajo o para otorgar una salida a quienes abandonaban la educación prematuramente. El objetivo respondía a una auténtica necesidad nacional como consecuencia de las intolerables tasas de desempleo juvenil. Pero la realidad de las cifras evidencia que el legislador no atinó en las fórmulas seleccionadas puesto que el nivel de éxito es mínimo aunque sí se ha generado un uso de esos aprendices en beneficio de las empresas, que finalmente acabaron por darles la espalda.

El problema de los jóvenes con escasa o nula formación sigue ahí. Su acceso al mundo del trabajo es muy complicado, tras aquellos años en los que la burbuja de la construcción facilitaba rápidamente empleos muy bien remunerados. Ahora el mundo del trabajo se ha hecho realmente exigente.