Diario de León

MARINERO DE RÍO

¿Está el Ayuntamiento?

Publicado por
EMILIO GANCEDO
León

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Q ue se ponga. En los casos más aparatosos o alucinantes es cuando el recurso al surrealismo de Miguel Gila se impone por derecho, por necesidad incluso. ¿Está el Ayuntamiento?, habría que preguntar, como hacía el maestro del humor —camisa roja de paisano infusilable, casco pacífico— cuando marcaba a rosca y preguntaba por el enemigo lo mismito que si fuera a parlamentar con un tía suya (por ejemplo, aquella solterona que iba a todas las bodas y cuando el cura decía lo de «quiere por esposo a…» saltaba ella: «¡Y si no pa mí!»). El asunto es que, desde hace un tiempo, instituciones como los ayuntamientos se han convertido, por paradójico que resulte, en los grandes enemigos del ciudadano. Olvidada su misión fundamental de servir al vecino que entre estas aceras sobrevive y pena, y paga sus buenos impuestos, y cifrado todo a la reelección y al rédito electoral, el ciudadano vive, más que amparado, acechado por ese equipo que a falta de otro nombre mejor llamaremos «la banda municipal».

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra pero en el caso de los regidores leoneses la evolución ha ido un paso más allá, dotándolos de fino olfato no sólo para tropezar en ella sino para hacerla trizas, incapaces de ver el recurso, la oportunidad que esconde. La semana pasada tiraron abajo un precioso chalé modernista y el caso nos recordó a esa extensa y triste lista de derribos formada, entre otros, por la gótica Puerta Obispo, los cubos de la calle Carreras, el Instituto General y Técnico o las deliciosas casas porticadas de Santa Ana (y en el reino, tantos hórreos, casas de techo y guapas villas sepultadas bajo el agua embalsada o el fibrocemento y la formica). Parecen, pues, sucumbir cada cierto tiempo a una suerte de pasión suicida, a un azogue destructor dispuesto a impedir por todos los medios que la ciudad desempeñe su papel de joya amurallada, un goce de vino y piedra. Empeñados en cargarse todo lo que es bello o está preñado de afecto vecinal, amparados en intereses puntuales y mezquinos, cuentan con la rara habilidad de cargarse, al mismo tiempo, la memoria y el futuro. ¿Está el Ayuntamiento? Que a ver cuándo van a empezar a gobernar. Por saber, ¿eh?

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