Diario de León
León

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Van a juzgar a Erri de Luca por usar las palabras. Así, sin más. Y luego todos somos Charlie y tal. Esta vieja Europa, forjada con la argamasa de las palabras de miles de escritores muertos, ha procesado a uno por manifestarse con la única herramienta de la que dispone: sus palabras. Lo de menos es el por qué porque lo de más, lo que de verdad importa, lo que se está escenificando en este gran teatro del absurdo es la lucha entre la libertad y los intereses, entre la libertad de quien usa la intencionalidad de la palabra y los intereses del que sea que se siente amenazado por la idea que una palabra encierra, una palabra que define una manera de estar en el mundo, una palabra que es nuestro mapa del mundo.

La Europa que ha cortado cabezas en nombre de la libertad, esa, que ha sido capaz de asesinar a Dios para convertir al hombre en el centro de todas las cosas, esa misma Europa que abandera la necesidad de cuestionarlo todo es la que aún teme el poder demiúrgico de las palabras. Porque las palabras son capaces de cambiar el significado del mundo que algunos quieren que veamos, y personas como Erri de Luca lo saben. Ahí radica el miedo. Por eso cada vez son más los que convierten las palabras en un campo de batalla, los que las usan para pervertir, para manipular, quienes las utilizan para acabar con la disensión, los que cogen nuestras palabras y las convierten en munición, retorciéndolas, prostituyendo su esencia para disparar al que las pronuncia. Cojan una palabra, cualquiera, y repítanla, una, otra vez y luego otra, tantas como quieran hasta conseguir que pierda su significado, hasta volverla un sonido inútil, que no hay nada como manosear algo para que pierda su valor, también las palabras. Eso mismo hace el poder, despilfarra las palabras para vaciar su esencia, para despojarlas de su poder, el poder de descubrir la realidad. Y por eso procesan a Erri de Luca, porque es capaz de extraer, con una simple palabra, con esa palabra por la que tratan de condenarle, un nuevo mundo.

Dice Fernando Arrabal que desde que abandonó España habita el país de Destierrolandia. Son los desterrados por el poder los que mejor pueden alumbrar nuestro camino dentro de la cueva, pero nuestra responsabilidad es habitar las palabras para impedir que sean otros los que nos digan cómo salvar las tinieblas. Porque hoy, ahora sí, somos nosotros los que elegimos lo que (las palabras) significan.

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