Diario de León

EL CORRO

Albert Rivera, el yerno deseado

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PEDRO VICENTE
León

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A la espera de que las urnas pongan a cada cual en su sitio, cada sondeo de opinión corrige el cambiante y volátil panorama político que vivimos desde las pasadas elecciones europeas. La única constante desde entonces es que el bipartidismo sigue condenado a dejar de serlo, si bien no es comparable la erosión del PP, que se mantiene como partido más votado y no ve amenazada su hegemonía entre el electorado conservador, y el incesante declive de un PSOE que en la mayor parte de esas encuestas queda relegado ya a la tercera fuerza política.

Mientras Podemos da muestras de que puede haber tocado techo, la gran revelación de 2015 está siendo Ciudadanos, el partido originariamente catalán que se está expandiendo por toda España a una velocidad vertiginosa. En sólo unas semanas se ha convertido en la cuarta fuerza política en intención de voto y nada indica que no vaya a continuar su progresión. Su líder, Albert Rivera, da la imagen propia de esos tipos que desearía como yerno cualquier madre con hija casadera, y el perfil ideológico del partido es lo suficientemente aséptico como para captar a la vez antiguos votantes del PP y del PSOE, no digamos de la UPyD, e incluso atraer a parte de los muchos decepcionados con los viejos modos de hacer política y que, por encima de todo, quieren votar otra cosa.

Esa transversalidad de sus potenciales votantes coloca a Ciudadanos en una posición especialmente privilegiada en un próximo escenario político en el que las mayorías absolutas en ayuntamientos y comunidades autónomas van a constituir la excepción. Y el hecho de que pueda erigirse en el partido-llave para gobernar muchas de esas instituciones acrecienta aún más sus expectativas. El riesgo inherente a ello es que el partido se vea invadido por un aluvión de oportunistas, arribistas y otros políticos de medio pelo que vean en C’s una ocasión pintiparada para medrar.

Es cierto que en Castilla y León Ciudadanos no ha partido exactamente de cero. Su delegado en la comunidad, Luis Fuentes, lo es porque presidía la Unión del Pueblo Salmantino (UPS), que se disolvió en junio pasado para integrarse en el partido de Albert Rivera. Poco después hizo lo propio el Partido Regionalista de Castilla y León, una escisión del antiguo PCAL (antes Tierra Comunera). También ha habido militantes de UPyD que se marcharon con Ciudadanos mucho antes de que Rosa Díez tuviera la ceguera política de cerrarse a la coalición entre ambos partidos.

Parten de esa base, pero el afán de presentar a toda costa el mayor número de candidaturas a las elecciones municipales sin comprobar los antecedentes políticos, incluso penales, de sus candidatos, puede desvirtuar su imagen y jugarle a Ciudadanos más de una mala pasada. En el pecado llevaría la penitencia.

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