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León

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L es quitan las subvenciones a los laringectomizados y sale el presidente de la Diputación y dice que tal que cual, que los papeles en tiempo y forma, que si no pueden hacer nada, que la ley, que los informes, que zzzzzzz. Y ¿la Junta? Ni está ni se le espera, y eso que estamos en campaña. Imaginen a partir del mes de junio, cuando León vuelva a convertirse en la suela de Castilla. Del Ayuntamiento ya, ni hablar, que el alcalde está demasiado ocupado en contar cuentos mientras (des)espera en la cuenta de la vieja que el partido está a punto de iniciar.

A quejarse menos y a trabajar más, como diría el ilustre presidiario, que no os habéis dado cuenta todavía de que vuestra opinión no les importa y si no podéis hablar, pues un problema menos, la sociedad perfecta, un coro de contribuyentes sin voz y con el voto delegado a través del partido de turno, que me da igual uno que otro, que son ellos al final los que se reparten el fruto de nuestro trabajo y, repito, los papeles para la subvención, en tiempo y forma, por favor, que don Emilio no quiere hacer agravios comparativos con nadie.

Pero ¿para qué queréis hablar? Que no, si me lo permitís voy a trataros de tú, que no hay nada como una sociedad silente, que luego sale Rajoy y contesta a la crítica con argumentos de altura, «patéticos», que lo que tenéis que hacer es dedicaros a jugar al Candy Crush, como hace la mujer del asesor, y dejad ya de pensar en aprender a articular sonidos, que, total, para lo que hay que oír, ya lo dicen ellos todo, en esa imposición de un mundo perfecto en el que todo es simplemente lo que a ellos les parece, que es normal que haya diputados a 6.000 euros por jugar en horas de trabajo mientras otros tienen que dar las gracias porque les borren de las listas del Inem a 500 al mes. O precariedad o paro, para algunos claro, que a otros se les llena la boca hablando de esfuerzo y mérito mientras usan todo el sistema eléctrico en sus regalías. Eso sí que es un rescate y no el de la Troika, aunque aquí no ha habido de eso, que volvemos al uso vicario de las palabras, que la realidad no es cosa de un solo significado, que depende de quien la esté viviendo, y claro, no es lo mismo la de, pongamos Celia Villalobos, que la de un paciente con cáncer de garganta que no presenta los papeles en tiempo y forma y tiene que quedarse con su concepción del mundo en el gaznate.

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