Eso es mío

T odo lo que no tiene dueño es del común, pero todo lo del común acaba teniendo dueño, el agua, el aire, los montes, los caminos... incluso el sol (ya te cobran tasa por la energía solar que nace en tu tejado para que la empresa eléctrica de tu zona no pierda del todo al «cliente»).

¿De qué sirve, pues, el derecho natural?... de colchón de lana de ley (o sea, de leyes de lana)... y para hacer zumo de palabras secas en esa copa de arena que nos ofrece el ladrón invitándonos a brindar con él por un futuro inmejorable, «sostenible»... y privado.

Nuevas noticias nos alarman y desaniman: laboratorios y empresas privadas escudriñan océanos buscando bacterias para registrarlas a su nombre y patentar su arquitectura genética para copar futuros mercados y aplicaciones farmacéuticas o industriales.

Ya lo hicieron firmas norteamericanas hace unos años con la «ayahuasca», planta histórica medicinal y mágica de los indígenas amazónicos que ahora tendrían que pedir permiso o pagar al yanqui robaperas por algo que siempre les ofreció la naturaleza sin extenderle un recibo... por no citar a Monsanto , el dios californiano que ya tiene en sus arcas todo vegetal que crece en este planeta, toda semilla... y ya es el dueño de la mitad de toda agricultura mundial.

Si todas esas bandas de salteadores de mares y selvas están escriturando a su nombre lo que por derecho es de toda la humanidad, ¿están haciendo algo los estados por adelantarse y registrar igualmente?... ¿se mueven al respecto los servicios jurídicos de nuestras instituciones públicas?... ¿y la universidad?...

Sócrates no se atreve a preguntar si esta diputación conoce y protege los endemismos botánicos de esta provincia, las rarezas biológicas, las estirpes agrarias que en ningún otro lugar existen. Sospecha que a esa corporación provincial se la agota toda inteligencia y papel si la sacan de su rebatina política de fondos y apaños. Mientras tanto, vienen unos americanos a las peñas de Babia y se llevan unas bayas cuyo aceite es clave en la navegación espacial... ¿y aquí qué hacen?... mirar al cielo para salir bien en la foto del satélite.