La opinión del lector
El poder del color rojo
L a casta ha cambiado de bando y de color, del azul al rojo vivo. Nueva política con apariencias lodosas aún antes de saborear el gusto del poder que dan las urnas. Sin programa serio, sin siglas, sin eslogan más adecuado que pisar al PP, el salvador de turno repetido en esta lucha encarnizada, a veces, de las dos Españas, que había durado mucho en armonía democrática.
Nunca en nuestra historia ha sido capaz ninguna izquierda de sacarnos de las crisis. Lo más que recordamos es habernos metido en ellas con su incuria e ineptitud social y política, desatendiendo sus propias siglas. Incluso cierta mediática acoge sofismas y lenguajes poco honestos y respetuosos con el adversario obligado a defenderse, a veces con las mismas actitudes desdeñosas y a mi modo de ver poco correctas con la ética y con el lenguaje.
Tales intenciones no parecen las más aptas para pensar en la capacidad recta de enderezar el rumbo de la patria y el bienestar de los españoles, ideas entremezcladas con el lenguaje irrespetuoso citado. El votante se queda con el sofisma enigmático sin mayor esfuerzo en cada campaña electoral dejándose fácilmente atrapar. Lenguaje lamentable dentro de la campaña electoral, pero invitar a la guerra fuera de la misma es mala estrategia. Así es el nerviosismo de casi todos los partidos y círculos novedosos.
Uno que es ajeno a esas formas de pelea, se cansa de oír, leer y escuchar sofismas engañosos de toda índole. Creíamos olvidado a Machado con las dos Españas, pero la nueva casta indignada, provoca a diario desesperanza, irritación, lenguaje inadecuado, con gestos y palabras que contradicen sus eslóganes de conciliación, ecología, y nivel de vida tan predicado por Zapatero.
Regresan los hijos de Carrillo ahora mezclados y revueltos, más rojos que otras veces que hasta Cayo está asustado, no digamos Julio Anguita. Aromas pestilentes y sofismas poco venturosos para la convivencia, conciliación y ecología humana que prometen a los desahuciados.
La casta que tanto envidian de forma indecorosa, nos privó del rescate. Falta ver quiénes hagan crecer dos valores: seguridad y bienestar.
Adiós a César García Prado
S orpresa cuando Alegre, el frutero, me decía: Félix se nos ha ido un buen amigo. Para mí y otra mucha gente, fuiste una persona llena de personalidad, inteligente, trabajador, amigo de tus amigos, buen creativo y sobre todo leal.
Aún recuerdo en la agencia de publicidad, cuando componías con letraset aquellos anuncios para el Diario de León y se extraviaba alguna palabra, que después buscábamos por la calle. Aquel humor que nos inflabas cuando estábamos decaídos.
Nos veíamos en el Centro de Salud, tú siempre bien vestido, fuiste un hombre elegante hasta el último momento. Educaste a tus hijos de tal manera que fueron los mejores estudiantes, alternabas la Renfe con la agencia y sobre todo conseguiste que te quisieran muchas personas. Por cierto, no vi en tu funeral a las y los compañeros que por aquel entonces tanto te adulaban. ¡Así es la vida, qué le vamos a hacer!
Descansa en paz César, ya junto a tu esposa Julita, los dos fuisteis un ejemplo en la tierra.