Diario de León
Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

Creado:

Actualizado:

C uatro años secos terminan ahora. Años arenosos y municipales en León y Ponferrada. La historia de esa modestia compartida, sin embargo, es diferente en ambas urbes. En León todo ha sido mundo anodino y resignado. Un alcalde de profesión docente, lo que de entrada parecía atractivo, protagonizó un cuatrienio de humildad y silencio, de arcas vacías y de paulatina y visible incomodidad. El profesor no estaba a gusto en un medio que no es el suyo, el de las verdades a medias y las presiones salvajes. Y eso que ya tenía tablas políticas. Pero no es igual estar al frente de un consistorio que rige la vida de ciento cuarenta mil almas. Y tantos otros cuerpos. Aparte los cuerpos administrativos, y las corporaciones civiles, y las penales, cabría decir, visto lo visto en la urbe en este tiempo.

Gutiérrez no es hombre de narrativa falsaria, lo habitual entre los políticos, que son personas que o venden humo, o caen de sus cargos. Así de envilecido anda el panorama. Él se va y ahora viene un candidato poderoso, un profesional de la política que lleva largos años de acción y de optimismo. Un hombre que parece poseer el don de la ubicuidad. El nuevo candidato también es un esfuerzo un poco a la desesperada. Con Ciudadanos al fondo, aunque eso es muy gratuito decirlo. Y con el leonesismo rondando, ese movimiento raigal y con tendencia al mesianismo.

En Ponferrada las cosas han sido muy estridentes. Quienes protagonizaron un escándalo tan atroz hace ahora dos años, enfilan su final político. Duró poco el experimento. La impaciencia —propia o inducida— los llevó a la osadía, legítima por otra parte. Y de ese pacto contra natura no supieron salir nunca, no podían. Aunque lo intentaron de muchas maneras. Trataron de cambiar cosas, de politizar más la ciudad, lo que no siempre es malo y de mejorar la contabilidad, que tampoco está mal. Aunque todo siempre bajo la niebla de los hilos. Esos hilos que, se cuenta, movían conciencias, decretos y decisiones. A saber.

Lo único que parece cierto es que aquellas gentes ambiciosas y ponferradinas salen prematuramente de un edificio en el que pensaban arraigar. Ciertas actitudes altaneras ya afrontan sus últimos pasos en el escenario. Y queda un aura de derrota, también extensible a los últimos concejales de los tiempos dorados del PP. Hay que hacer las maletas.

Bajo esas melancolías se acercan las nuevas elecciones. Donde todo es posible, o casi todo. Los populares parece que tienen atada la Diputación y los socialistas intentan salir del pozo del olvido, muy largo ya salvo la insólita aventura ponferradina en coalición con la derecha-derecha. Vienen tiempos de cambio y a todos nos cogen un poco baldíos, desconfiados, raros.

No hay dinero, han sido cuatro años de sequedad severa, y vienen otros que pintan extraños, aunque acaso algo mejores. Podría ser.

tracking