Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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T endremos que discrepar del refranero si dice que «quien nísperos come, bebe cerveza, espárragos chupa y besa a una vieja... ni come, ni bebe, ni chupa, ni besa». En tocando a la cerveza, rubia brillante, no es cierto, pues su unidad de medida universal es la litrona... y eso es beber.

Seguramente hablaba el refrán de la cerveza que podía haber antaño; siempre fue bebida minoritaria y de calidad ínfima por lo común, aunque Carlos V la introdujera de nuevo en España trayendo maestros artesanos de la Europa borrachina y cervecera... pero ante un vino, incluso peleón, la cerveza siempre se humilló en Eapaña... y otro tanto le ocurría a la sidra (ponle a un carbayón un culín de sidra y un chato de vino de León y ¿qué elige?). Hoy, sin embargo, el consumo de cerveza sigue creciendo, mientras el vino sólo sueña con que le salve la exportación.

La tertulia se enredó el otro día con este asunto de la cerveza y con las producciones que se están ensayando por aquí. Las hay ya de todo tipo: cervezas de beber y de copear, de técnica alemana o belga, de autor o de negociante... y contaron que hasta hay una que saborizan con castañas bercianas para darle personalidad territorial... o nacional, vete a saber. No será fácil a estos nuevos cerveceros locales descollar entre tan apretada competencia, lograr algo nuevo y original entre cientos de sabores y métodos de elaboración que ofrecen desde hace tiempo las buenas cervecerías.

Aún falta tradición y aprendizaje.

Sin embargo, más que una cerveza, León debería inventar su propio lúpulo, investigar y lograr genéticamente una variedad propia que pueda superar a las alsacias y hallertaus que se cultivan rutinariamente. Ahí radicaría el sabor único que se anda buscando. Ningún otro lugar de España, al parecer, tiene la calidad que da al lúpulo este terrazgo, este riego al pie y las horas-sol, aunque no parece que la universidad ni la industria ni la Administración se estén encargando de estas averiguaciones o persiguiendo mejoras. En fin, el sueño cervecero leonés debería preguntarse por qué Pablo Díez o Antonino (imperio mejicano de Corona ) jamás osaron montar aquí ni fabriquina.

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