Diario de León
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cayetano gonzález
León

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L a decisión de Susana Díaz de adelantar las elecciones autonómicas en Andalucía era una apuesta de alto riesgo, sobre todo para ella, que al final le ha salido bien. Ha ganado las elecciones con claridad, repitiendo los resultados que consiguió su predecesor José Antonio Griñán hace tres años; le ha sacado nueve puntos de diferencia al PP, veinte a Podemos y ha dejado a su antiguo socio, Izquierda Unida, para el arrastre. Podrá gobernar en solitario, porque se hace muy difícil pensar en un acuerdo PP-Podemos en el Parlamento andaluz para tumbar las iniciativas legislativas del gobierno socialista de la Junta.

Otra cosa es que tras este resultado, se pueda vaticinar que el futuro de Susana Díaz está en Madrid como próxima candidata del PSOE a la Presidencia del Gobierno en lugar del actual secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez.

Si la lideresa andaluza se lo jugaba prácticamente todo en las elecciones de ese domingo, Sánchez tendrá su prueba de fuego en las elecciones municipales y autonómicas del próximo 24 de mayo. Un mal resultado del PSOE en dicha cita electoral reabriría el debate interno en las filas socialistas sobre la consistencia e idoneidad de su actual secretario general. En ese caso, claro que Susana Díaz podría jugar sus cartas y esgrimir el buen resultado alcanzado este domingo en Andalucía. Pero si el actuar líder del PSOE consigue mantener el tipo en esas elecciones —lo cual implicaría que su partido no fuera rebasado por Podemos o que el PP le ganara con claridad— será él quien encabece el cartel electoral de los socialistas en las elecciones generales previstas para finales del presente año.

El batacazo que se ha dado el PP en Andalucía —ha perdido medio millón de votos y diecisiete diputados respecto a las elecciones autonómicas de 2012— debería hacer pensar y mucho a los actuales dirigentes populares, empezando por Rajoy. ¿Lo harán? Personalmente lo dudo, porque lo más fácil y cómodo para ellos será seguir argumentando lo de siempre: que unas elecciones autonómicas no son extrapolables al resto, que la recuperación económica se irá sintiendo cada vez más, que el miedo a lo que representa Podemos hará que el voto al PP en unas generales tenga un mayor sentido de utilidad.

No son conscientes de que una buena parte de su electorado está harto con el rumbo ideológico que ha tomado, o más bien que ha abandonado, el partido que refundó Aznar precisamente en la capital de Andalucía, en Sevilla, en un ya lejano uno de abril de 1990. No son conscientes de que ha surgido una opción, Ciudadanos, que para muchos votantes del PP —como ha quedado demostrado este domingo— representa ya una alternativa a la que votar sin tener que hacer una gran pirueta ideológica.

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