Diario de León

EL CORRO

El circo electoral de costumbre

Publicado por
PEDRO VICENTE
León

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E l deterioro de los partidos tradicionales, unido al empuje de las opciones emergentes, inducía a pensar que las citas electorales que salpican el calendario de 2014 iban a discurrir bajo pautas de comportamiento alejadas de los vicios y resabios que han conducido al actual hartazgo social con la grey política. Aunque sólo fuera por hacer de la necesidad virtud, una mínima dosis de «regeneración democrática» parecía inevitable.

Sin embargo, se comprueba que todo sigue básicamente por los mismos derroteros, empezando por el sistema de selección de los candidatos. El PP no se ha cortado un pelo aplicando sin complejos el «dedazo» de la dirección y el PSOE se ha resistido a ampliar su restrictivo sistema de primarias, inexistente en la confección de sus candidaturas autonómicas. El candidato de Ciudadanos a la presidencia de Castilla y León ha sido proclamado sin votación después de que sus competidores no consiguieran reunir los avales necesarios y Podemos tiene en marcha unas primarias autonómicas con un reglamento diseñado para que la corriente mayoritaria acapare todos los puestos.

Lo peor es que, a tenor de lo que acabamos de ver en Andalucía, la campaña electoral de las municipales y autonómicas del 24-M lleva camino de ser exactamente más de lo mismo. Otra vez los trasnochados mítines para consumo exclusivo de los incondicionales, otra vez las costosísimas vallas publicitarias en las que los partidos derrochan lo que luego no contabilizan, otra vez las burdas promesas imposibles de cumplir…

El contexto político, social y económico reclamaba a gritos un nuevo formato de campaña sin despilfarro económico y bajo un enfoque cívico que devolviera el prestigio a la denostada clase política. Una campaña en la que el guirigay de los ataques, insultos y denuestos diera paso a un civilizado contraste de propuestas y alternativas, otorgando a cada programa el rango de contrato de inexcusable cumplimiento.

Sin embargo, lejos de dignificar la confrontación política, la precampaña del 24-M está discurriendo por las infames pautas de siempre. A dos meses de la cita con las urnas, ningún partido se ha tomado la molestia de presentar su programa y todos centran su discurso en la descalificación del adversario. De aquí a nada se habrá abierto la barra libre del «todo vale» con tal de arañar algún voto, una vorágine en la que hasta los más sensatos y moderados pierden los papeles cegados por la sinrazón. Si nada lo remedia, asistiremos de nuevo a ese denigrante espectáculo basado en el «y tú más», el escarnio y el exabrupto mitinero, o sea, al circo electoral de costumbre.

Y para colmo no parece que en Castilla y León vayan a ser factibles debates electorales como los celebrados en las pasadas elecciones andaluzas. Ni siquiera eso.

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