Diario de León
Publicado por
maría j. muñiz
León

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N unca había oído hablar de Ines Doujak. No digo yo que no sea una prestigiosa artista, pero nunca ha tenido una campaña de promoción como la que le ha llevado a aparecer, por ejemplo, en esta columna. Y es que no hay mejor cosa que una buena polémica para ponerte en el candelero. En un caso como el de la escultora austriaca, con un doble efecto positivo para ella y negativo para su «víctima». Al margen de la publicidad que le proporciona el asunto, su cuestionada escultura nunca hubiera sido tan difundida y conocida si no hubieran intentado censurarla. Es lo que pasa con muchas prohibiciones, que lo que tienen al final es un efecto difusor imparable, mucho más eficaz que cualquier otro método para darse a conocer.

Y es que no hay nada mejor que una buena polémica para hacer de algo que hubiera pasado totalmente desapercibido el centro de atención de las tertulias y corrillos durante días. Un ejemplo: mira que no tenemos por delante folios y folios de programas electorales, que elaborarán sesudos expertos. Pues descuiden, que de lo esencial se debatirá poco.

Pero ay de aquel al que en un alarde de originalidad se le ocurra alguna propuesta teñida de sandez, una medida inspirada en los monólogos de Gila, una solución digna de un congreso de chiflados. Ahí pondrán una y otra vez el dedo en la llaga los onmisapientes tertulianos, los diseccionadores de tendencias sociales y por supuesto el resto de los contendientes en la campaña. Cualquier motivo es bueno para hacer mucho ruido, con tal de que no se oiga lo que hay de verdad detrás. Que temo que será el siempre desazonante vacío que acompaña a los desvelos que realmente preocupan a los ciudadanos.

Ya se sabe que llegados estos tiempos el aire se llena de discursos, y viceversa; como dijo el filósofo. Una aerofagia ideológica e intelectual que nos acompaña continuamente, pero que llegado el momento de las urnas se hace más evidente por lo pesado que se pone el asunto.

Dada además la proliferación de fuerzas políticas aspirantes a sillón de mando, el guirigay que se barrunta apenas silencien cornetas y tambores semanasanteros es para echarse a temblar. Y vista la bisoñez en asuntos prácticos de administración de no pocos de estos candidatos, es de esperar que las originalidades nos hagan poner los ojos en blanco durante las próximas semanas más de lo que quisiéramos. Si estamos en precampaña y ya tiemblan por la competencia los chicos del Club de la Comedia...

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