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Ponferrada

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E l hijo de Ramón Carnicer me cuenta que su padre tardó casi treinta años en volver a Villafranca del Bierzo porque le repugnaba la idea de cruzarse por la calle con los hombres que denunciaron al último alcalde republicano y a su corporación. Y esto es lo que dice el escritor en su libro de memorias, Friso menor:

«En el mes de agosto de 1936, o quizá algo antes, habían detenido a mi cuñado, Paco Delás, concejal del Ayuntamiento de Villafranca, y no tardaron en llevarlo con otros a Ponferrada, donde urdieron un proceso increíble, acusándolos de rebelión y no sé qué más, cuando no habían hecho sino mantener el orden en el pueblo y aceptar sin resistencia la entrada de una columna militar procedente de Galicia, a la vista de lo cual la columna se dispuso a seguir adelante. Pero entonces, unas almas ya en el otro mundo y de cuyos nombres y cuerpos no quiero acordarme hicieron ver a su jefe el grave peligro en que las dejaría si aquellos hombres quedaban en libertad. De resultas del proceso, mi cuñado y otros siete u ocho fueron condenados a muerte. Fui a Ponferrada con intención de verlos, pero no lo conseguí. (...) El 21 de septiembre los fusilaron».

Esa Villafranca que no quería ver el escritor, la de quienes rapaban el pelo a las trabajadoras de la fábrica Ledo por participar en manifestaciones republicanas y después las hacían desfilar por el pueblo, ya no existe. Murió de vieja. Pero sus huellas han tardado en desaparecer mucho más de los treinta años que esperó Carnicer. Exactamente cuarenta años desde la muerte de Franco.Cuarenta años para que un Pleno rehabilite a Paco Delás, al alcalde Gabelas, y al resto de concejales asesinados en 1936.

Será que esa España que creíamos desaparecida todavía está dando los últimos coletazos. Esa España que tiene a cien mil personas enterradas en cunetas. Que mantiene en vigor una Ley de Amnistía con la que nos han querido convencer de que la impunidad es un pilar de la democracia. Y que se niega a extraditar a los últimos cargos de la dictadura, acusados de crímenes contra la humanidad, a pesar de las reprimendas de la ONU. De verdad que dan ganas de no volver por aquí en mucho tiempo.

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