Cerrar
Publicado por
Pedro Calvo Hernando
León

Creado:

Actualizado:

P or mucho que lo asegure el propio presidente Mariano Rajoy, su candidatura a las elecciones generales de noviembre es bastante poco verosímil, a no ser que aceptáramos que ninguna otra persona del PP está más capacitada, menos desgastada y con más poder empático sobre la ciudadanía de derechas. En principio me niego a aceptar que la cota máxima de capacidad y credibilidad ande por las regiones de los Floriano, los Rafael Hernando o los Cospedales. Pero acepto, incluso ruego, que alguien me muestre una lista de valores comparable con la que puede exhibir cualquiera de los restantes partidos del panorama nacional.

En principio, se me ocurre, como a tantos otros, el nombre de Feijóo como pieza de recambio, aunque ya sé que eso no es decir mucho, si además me olvido conscientemente de mencionar a la vicepresidenta Santamaría o a la lideresa Aguirre.

De todos modos, es muy triste que en el partido que hoy gobierna exista esa penuria de valores personales, algo radicalmente distinto de lo que sucede en cualquiera de los demás partidos, viejos y nuevos, donde abundan esos valores. Creánme los lectores que hago ímprobos esfuerzos por encontrar algo que me desdiga. Creánmelo, de verdad.

¿De verdad los lectores imaginan unas elecciones generales de noviembre con Mariano Rajoy de candidato popular? Y no ya por el previo batacazo que se habrán dado en los comicios territoriales y municipales del próximo 24 de mayo.

También y sobre todo porque una mirada a las encuestas de preferencias y popularidad ahuyentaría de raíz semejante pensamiento. Pero esta gente del PP y el propio Rajoy son como son y cualquier cosa es esperable y no se puede descartar. Me da vueltas la cabeza al pensar que los más incapaces de trazar un futuro viable sean los más obligados a tener claras esas cosas, por su experiencia y su presunta formación política y humana.

Pero es que ha llegado un momento en este raro país en el que la oscuridad se ha adueñado del panorama de tal forma que nos hace perder toda perspectiva razonable. No se puede dar las espaldas a la realidad diáfana si no queremos despeñarnos para siempre o al menos para siglo y medio. Piensen los responsables que no decimos estas cosas por fastidiar o por molestar, sino por amor a nuestro país y por un mínimo sentido de responsabilidad política y humana. En los tiempos que corren.