El chivatazo

S e busca delator, ya que están en peligro la solidez y la solvencia del Ministerio de Hacienda, según la delatada, y dentro de poco llegará el sartenazo de la declaración de bienes fugitivos. Esperanza Aguirre dice que la implacable Agencia Tributaria debe saber quién hizo pública su declaración, ya que no cualquiera que tenga un rato libre puede entrar en el ordenador de la terrible agencia, ya que hay que poner una clave antes de clavarnos a todos. ¿Quién sería el curioso? No hay que descartar a ningún amigo, porque los enemigos están descartados al ir siempre de frente.

En los partidos políticos hay siempre un camarada, entre todos el peor, al que no le gusta salir a relucir y prefiere ocultarse modestamente hasta que le llegue el momento de demostrar su valía. Los 369.000 euros cobrados por doña Esperanza de la empresa privada Seeliger y Conde van a dar mucho juego antes de las elecciones. La filtración ha embarrado aún más la cancha, que ya sufría toda clase de goteras, pero ésta es la última gota y puede decidir a millones de indecisos. La gente, ‘la hermosa gente’, que decía Saroyan, que era un armenio tan loco que se casó cinco veces y todas con la misma mujer, quiere votar, pero no sabe a quién. Algunos votarían al ‘pequeño Nicolás’, pero como es listísimo no se presenta.

Estamos jugando con España. Hay sectores que creen, como dice Fernando García de Cortázar, que sabe de Historia además de sufrirla, que se puede empezar de nuevo, como si una nación se inventase a diario y no fuera un despliegue de experiencia y acumulación de saberes. Todos los maniobreros de la política se han puesto manos a la obra, pero faltan obreros especializados y sobran oportunistas. Quizá un poco de cordura nos viniera bien, pero sabemos que no es nuestro fuerte y nos conformamos con promesas. Las hay para dar, para tomar y para desechar.