Un tesoro en el erial

A pesar de su derrumbe reciente, la catástrofe de las Cajas de Ahorros se está convirtiendo en una excusa manida, que sirve tanto para sofocar la singularidad pujante del premio literario Leteo, como para echar al foso de los olvidos el compromiso pregonado de dignificar los vestigios monumentales de Marialba, en la ribera baja del Bernesga. A siete kilómetros escasos de la capital. Hace más de un siglo, el Catálogo monumental de Gómez Moreno ya dio cuenta de su existencia, y en los años sesenta, arqueólogos alemanes contribuyeron al decimonoveno centenario de la Legio VII con unas excavaciones sistemáticas de la basílica paleocristiana, que fecharon su construcción en el siglo cuarto, como coetánea de las villas tardorromanas que lucen su esplendor bien cerca de nosotros. La Olmeda, junto a Saldaña, y Almenara, cerca de Olmedo. Por poner dos ejemplos que sonrojen a los responsables de la postración de Navatejera.

Hace ahora un par de lustros, como recordaba Emilio Gancedo la pasada semana en este periódico, pareció que todo iba a cambiar. Pues tampoco. El convenio suscrito entre Diputación, ayuntamiento de Villaturiel y Fundación del Patrimonio se fue al traste por la ruina de las entidades de ahorros, que financiaban el invento con la Junta, después de una campaña especialmente de excavaciones generosa en hallazgos. Es verdad que entre medias se sucedieron las pejigueras que suelen trampear este tipo de proyectos. Reparos burocráticos, zancadillas gremiales y toda suerte de trapacerías fueron demorando la primera intervención de setecientos mil euros. Luego se utilizó la liquidación de la entidad como excusa para decir adiós. Pero conviene señalar que no ha sucedido tal cosa. Simplemente, la Fundación del Patrimonio se fusionó con la Fundación Santa María la Real para seguir haciendo la misma labor. Con dinero procedente del presupuesto de la Junta, como siempre. Incluso podría decirse que prescindiendo por fin de los caprichos cajeros, que han sembrado el territorio de intervenciones a menudo chuscas, pero dirigidas por quienes tenían mando en las Cajas.

Por esa vía, un patrón se arregló el castillo en el camino jacobeo, mientras el representante de Caja España puso un centro de Interpretación en la muralla de su pueblo, que primero rehabilitó, y de propina promovió el Aula Arqueológica de Fuenteungrillo, hace años cerrada. En Villalba de los Alcores, sin ir más lejos. Si uno compara sin inquina cualquiera de esas y tantas otras intervenciones con el desdén a Marialba, no puede permanecer como si nada. Porque tampoco es cierto que desapareciera la Fundación del Patrimonio o que haya dejado de invertir dinero. Los incrédulos pueden mirar su revista de este año. Y empezar a espabilar.